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DIMISIÓN DE JOSÉ BORRELL

Rosa Díez, el rostro de la campaña del PSOE

Los socialistas van a personificar su estrategia electoral en ella, con actos por toda España

Va a ser el eje de la campaña socialista. Va a ser la candidata entorno a la cual va a girar la estrategia electoral de los socialistas para ganar todo el terreno posible al Partido Popular en los tres comicios del próximo 13 de junio. Rosa Díez, que resultó derrotada en las primarias de los socialistas vascos para escoger su candidato a lehendakari, se encontró por sorpresa con el encargo del PSOE para encabezar la candidatura al Parlamento Europeo y puede salir de esta prueba convertida en una líder electoral. Los especialistas de su partido en sondeos ven muy factible que la lista encabezada por Rosa Díez reduzca a menos de la mitad la distancia que sacó el PP al PSOE hace cinco años -un millón setecientos mil votos, nueve puntos porcentuales-.Si algo caracteriza especialmente a Rosa Díez es su energía vitalista, una energía que le lleva en estos momentos a pelear por la victoria, con el recuerdo de que en 1993 fue la determinación de no dejarse derrotar lo que llevó a Felipe González a ganar unas elecciones legislativas que parecía tener perdidas. "Yo no soy Felipe, pero esto tampoco es el 93", enfatiza para transmitir más credibilidad a sus expectativas de éxito. Según los especialistas del PSOE en sondeos electorales, los mejores resultados de las elecciones del 13 de junio para ese partido van a producirse en la votación para el Parlamento Europeo. Una elección que por sus características puede servir, más que las municipales y autonómicas, para medir el respaldo global con que cuentan en este momento, a un año de las legislativas, los socialistas y los populares en la pugna por la Presidencia del Gobierno.

Rosa Díez se perfila así como la persona que más puede capitalizar el acortamiento de la distancia entre el PSOE y el PP, máxime cuando resulta previsible que se reduzca la abstención, que hace cinco años fue un reducto del descontento con el agotamiento del proyecto socialista. Va a ser la candidata en quien los socialistas van a personalizar su proyecto político, su labor de oposición y sus aspiraciones de futuro.

Desde que fue elegida cabeza de lista, Rosa Díez ha estado ya en 15 provincias para presentar su candidatura y tiene previsto, de ahora en adelante, recorrer las 17 comunidades autónomas. Los organizadores de la campaña cuentan con que Felipe González intervenga junto a ella en tres o cuatro grandes mítines. El primero será hoy, en Toledo, donde también estarán presentes José Bono, candidato a la reelección como presidente de Castilla-La Mancha, y Joaquín Almunia, secretario general del PSOE.

Rosa Díez quiere imprimir a su campaña una imagen de cercanía, de proximidad humana, con un lenguaje que resulte sincero, "porque la política no puede consistir en esconderte detrás de las palabras". No se trata, según explica en su pequeña sala de reuniones en la sede federal del PSOE, de acudir a repartir propaganda a los mercados sino de lograr establecer una "complicidad" con el público que la escuche. El pasado jueves, en el Palacio de Cristal de Arganzuela (Madrid), se puso a relatar cómo se había resistido a entrar en el Gobierno vasco, para ocupar la Consejería de Turismo, cuando su compañero Ramón Jáuregui le llevó la propuesta: "Jo, que a mí me gusta el partido, lo que me gusta es estar en contacto con la gente, le dije. Pero me convencieron, porque para mí un político de izquierda es un intermediario entre la gente sencilla y los poderes". Una argumentación que no es la primera vez que se escucha pero que ella consigue, al menos por el momento, que parezca alejada de lo convencional.

En su presentación a los sectores progresistas madrileños acudió con un traje de chaqueta blanco, con el estilo moderno y cuidado que le gusta cultivar. Organizó una cena, para 600 personas, típica de sidrería vasca, con una tortilla de bacalao y una carne excelentes, servidas en su punto, con una calidad inimaginable en las tradicionales comidas o cenas multitudinarias de militantes. Era una forma de recordar su experiencia como consejera de Comercio y Turismo empeñada en difundir los atractivos del País Vasco. Pero en cuanto subió al escenario, muy sencillo, sin siquiera un atril, dejó patente que su principal forma de ejercer de vasca, y de "compatibilizar esa condición con la de española y europea", es defender "el entendimiento entre quienes son distintos". Y provocó una ovación cuando defendió con una voz penetrante, más próxima a una exclamación que a un grito, que no es verdad que los jóvenes vascos sean violentos, que los jóvenes vascos han sido protagonistas, junto con las mujeres, de la lucha contra la violencia; que son los que se han pintado de blanco las palmas de las manos y las han paseado en alto por las calles para hacer más clamoroso su ¡basta ya!

Ése es uno de los mensajes, de los baluartes cabría decir, del discurso que va a repetir por toda España, no sólo porque representa la rebeldía contra el fascismo que entraña ETA, sino porque quiere tender puentes hacia los jóvenes. Una aspiración que reconocen como reto muchos dirigentes socialistas pero que no les resulta fácil afrontar y resolver bien. En su calendario electoral figura, para el próximo día 25, un acto con centenares de jóvenes en el Planetario de Madrid.

Otro de los ejes de su campaña va ser el identificar a la candidatura socialista para el Parlamento Europeo como "la única europeísta de izquierdas" que se presenta a los comicios del 13 de junio. Aunque por el momento no ha desgranado una argumentación estrictamente relacionada con los problemas de la construcción europea, más allá de una visión genérica: cuanto más cohesionada y solidaria sea la política europea, más podrá serlo la española.

Rosa Díez parece conectar muy bien con su auditorio cuando invoca las imágenes de los refugiados albanokosovares y repara en que aparecen "¡otra vez! las mujeres, cargadas, con los niños y con los viejos". Y deja claro que si esas escenas se vuelven a producir hoy en Europa es porque ha habido un cierto fracaso, una carencia de una política europea común, pero sobre todo porque hay un genocida que lleva años practicando la limpieza étnica. Va a ser el comodín de la campaña electoral socialista. Una campaña que la situará más en la política nacional.

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