La imparable caída del oro
El metal rey está perdiendo su aura como símbolo de la riqueza de las naciones
El precio del oro se mantiene desde hace más de 12 meses en el mínimo de los últimos 18 años, en torno a 277 dólares la onza troy (31,1 gramos). Alrededor de este dato, se teje una red de hechos, especulaciones y cálculos sesudos acerca de las perspectivas de recuperación o mayor caída del precioso metal.Hace tiempo que la caída del precio del oro dejó de ser actualidad por ser una constante, y sólo un fuerte movimiento del mercado volvería a ponerlo en el centro de todas las miradas. Y la movida llegó. El pasado 7 de mayo el Tesoro británico anunció que pondrá a la venta 415 toneladas de oro de sus reservas, más de la mitad del total de las 715 que posee. La venta la realizará en cinco subastas, y la primera, en la que rematará 125 toneladas, se celebrará el próximo 6 de julio. Tras el anuncio el precio del oro bajó hasta 281,5 dólares para recuperarse, al cierre de la sesión de ese día, a 283,4 contra los 284,95 de la jornada anterior. Así, el inversor en oro perdió 55 centavos por cada onza en 24 horas y, si no vendió entonces la pérdida acumulada al día de hoy, es de casi 8 dólares por onza. Si compró a finales de enero de 1998, ya ha perdido 26,25 dólares por onza. Para el que compró oro en pesetas, su pérdida acumulada en un año y medio es menor por la revalorización de la divisa de EEUU frente a la española.
Ventas pendientes
Cuando el Tesoro británico hizo su jugada, dos asuntos pendientes volvieron a la mente de los inversores de este mercado. Que los suizos están tramitando la legislación que habilitará a su banco central a vender 1.300 toneladas de oro de las 2.590 que tiene en reserva y la iniciativa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de vender 311 toneladas de oro de sus reservas para financiar la deuda de los 41 países más pobres (y endeudados) del mundo. La primera venta tiene que ser aprobada por los ciudadanos suizos mediante referéndum y la segunda necesita luz verde del Congreso de EEUU. El Gobierno estadounidense, por boca de su ex secretario del Tesoro, Robert Rubin, no objetó la iniciativa del FMI y el Gobierno alemán tampoco. A finales de abril, el ministro de Economía de Japón, Kiichi Miyazawa, apoyó al organismo multilateral de crédito, y el Gobierno surafricano, principal productor de oro del mundo y el mayor perjudicado por la acentuación de la caída del precio del metal a raíz de estas ventas de reservas, declaró que apoyaría el plan del fondo si sólo vendía la mitad de lo previsto, es decir, unas 150 toneladas. Hasta aquí, los hechos.
Por propio interés y por conocimiento del mercado, es el Consejo Mundial del Oro (CMO) el organismo que mejor funda su oposición a la iniciativa del FMI y el más optimista acerca del futuro del oro. George Milling-Stanley, experto del CMO, reconoce que tanto la venta anunciada por el Tesoro británico y las iniciativas latentes de Suiza y el FMI dañan "psicológicamente" el futuro del oro. "No son grandes cantidades las que se ponen en venta", dice Milling-Stanley, "pero la señal que envían es perjudicial para el futuro del precio del oro. (...) Según nuestros sondeos, el Congreso estadounidense vetará la iniciativa del FMI. (...) No tiene el apoyo ni de republicanos ni de demócratas".
El daño "psicológico" del que habla el CMO está vinculado a la percepción general de que el oro ha ido perdiendo importancia en los últimos 25 años, pasando de ser el respaldo por excelencia de la solvencia de un país a un metal precioso comercializable, pero no más importante para el inversor que la plata o el platino.
El CMO reconoce esta percepción y culpa de ella a la insistencia del FMI para que el dólar se convierta en el exclusivo respaldo económico de los países. Según el Consejo, esta estrategia ha fallado porque el 16% de las reservas mundiales están en oro. Además, con la aparición del euro el que retrocederá como referencia no será el oro, sino el dólar estadounidense.
Otro efecto "psicológico" negativo para el mercado fue la venta de 167 toneladas de oro por parte del Banco de Australia en 1997. "La señal no fue mala por la cantidad vendida, que era pequeña, sino porque Australia es un gran productor de oro y el mercado se preguntó por qué los australianos tiran piedras contra su propio tejado", explica un analista neoyorquino. "Si un inversor apuesta por el oro porque ha sido históricamente el valor de respaldo económico más respetado, esa confianza desaparece si un banco central vende reservas", añade.
Un plan dudoso
También hay otra razón fáctica, según algunos analistas, para oponerse al plan del FMI. De los 41 países cuya deuda externa el fondo quiere aliviar, más de la mitad es productor de oro, por lo que la medida aliviaría la deuda de estos países, por un lado, pero tendría un impacto negativo sobre sus exportaciones. En países como Fiji, Perú, Uzbekistán, Kirguizistán, Papúa-Nueva Guinea y Zimbabue, las exportaciones de oro suponen más del 5% de sus exportaciones de bienes. Por cada dólar que baja el oro, cada uno de estos Estados pierde en torno a 150 millones anuales en exportaciones.
La última vez que el fondo vendió parte de sus reservas de oro para financiar programas similares al actual fue a finales de los setenta y, según estos analistas, la situación entonces era bien distinta. El precio del oro era muy alto y la producción estaba casi toda en manos de Suráfrica y de los países de la ex Unión Soviética. "No se puede aplicar una misma solución a situaciones que sólo superficialmente se parecen porque esto puede terminar como la fábula del asno y la sal ", dice un experto de la City londinense.
Francisco Baker, portavoz del FMI, rechaza este análisis. "Es una visión simplista. (...) Si se aprueba la venta (que necesita el visto bueno del 85% del consejo directivo del Fondo, lo que en pocas palabras significa que el Congreso de EEUU lo apruebe), el FMI no pondrá 300 toneladas en el mercado al día siguiente, incluso se haría con la más absoluta reserva como muchas de las operaciones de este tipo que se han realizado. (...) La iniciativa del FMI es una decisión política pero está fundada en muchos informes técnicos fiables". Además de dejar claro que el organismo no está improvisando, Baker recuerda que los fondos que mantienen la línea de crédito para los países más endeudados se agotará entre los años 2000 y 2004 y es por ello por lo que se debe actuar rápidamente.
Baja la producción y sube la demanda
Los productores de oro se enfrentan al mismo problema con el que chocaron los petroleros ¿Reducir o no reducir la producción? Ésa es la cuestión. Según el Instituto del Oro, la producción del metal precioso aumentará un 1% anual durante los próximos cuatro años, pero, de todos modos, será inferior al crecimiento medio del 5% anual que ha experimentado en los últimos 20 años.Los tres grandes productores mundiales de oro, Suráfrica, Estados Unidos y Australia, producirán de aquí al 2001 entre 10 y 15 millones de onzas, reduciéndola entre un 4% y 9% con respecto a la de 1997. Para no tener que cerrar las minas, según el Instituto del Oro, Suráfrica y Australia producirán lo justo para adecuarse a la demanda y beneficiándose de la depreciación que han sufrido el ran surafricano y el dólar australiano, lo que les permite atajar los costes. EEUU puede mantener una producción de 10 millones de onzas anuales ajustándola a su demanda interna.
Por otra parte, tanto el CMO como el instituto son muy optimistas respecto al futuro aumento de la demanda, que ya ha subido un 6% en el último trimestre de 1998 respecto al mismo periodo del año anterior. Pero pese a la fuerte recuperación de la demanda registrada durante 1998, ésta era aún un 11% menor a la de 1997 en los países industrializados y un 19% en los en vías de desarrollo.
El CMO prevé que India se mantendrá como el mayor importador de oro del mundo durante este año, aun cuando ésta será entre un 5% y 8% menor a la de 1998. Tras India, Brasil, EEUU, México y Europa Occidental encabezarán lo que el CMO espera sea el proceso de recuperación del precio del oro.
Ambos organismos concluyen que estas últimas son las únicas buenas nuevas que la industria del oro ha tenido en el último año. Son muy importantes, pero no suficientes para revertir la tendencia del precio del metal, a la baja.
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