_
_
_
_
_
Entrevista:

"Espero llegar a ser ministra"

Pnina Rosenblum, de 44 años, es una mujer famosa. Reina de la belleza en Israel, es propietaria desde hace una década de una firma de cosméticos y lencería donde trabajan un centenar de empleados. Esta rubia exuberantemente teñida, madre de dos hijos adoptivos y casada con un hombre 15 años más joven que ella es ahora candidata a diputada en las elecciones legislativas del próximo lunes. Los últimos sondeos electorales no descartan la posibilidad de que Pnina llegue hasta el Parlamento.La aspirante política dirige su campaña desde su cuartel general de Petach Tikva, cerca de Tel Aviv, donde gestiona sus negocios y su recién nacido partido político, bautizado con su propio nombre, como su lápiz de labios, su crema hidratante o sus medias.

Pregunta. ¿Por qué decidió meterse en política?

Respuesta. Soy muy famosa desde hace 25 años. Durante este tiempo, muchas veces me han preguntado por qué no me dedicaba a la política. Hace dos, me volvieron a hacer la misma pregunta en la televisión. Les contesté que no lo sabía, que quizá en el 2000 o en el 2004, cuando mis hijos fueran mayores. Mis declaraciones provocaron miles de cartas. Fue emocionante. Todos me pedían lo mismo: que entrara en política. De la noche a la mañana, me encontré metida en el tema.

P. ¿Por qué no fichó por cualquiera de los partidos que ya existen?

R. Sólo teniendo mi propio partido puedo llegar a ser influyente. Por eso creé mi propio partido, con mi nombre, Pnina Rosenblum.

P. ¿Cuáles son sus objetivos?

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

R. En primer lugar, luchar por la liberación de la mujer. Creo que he logrado mi éxito gracias a ellas y quiero corresponderlas. Quiero transmitir mi experiencia como mujer de negocios. Quiero también luchar por mucha gente que es pobre y tiene una vida muy difícil. Creo en el socialismo.

P.¿Entonces, en las pasadas elecciones votó por los laboristas?

R. No. Voté por (Benjamín) Netanyahu. Me parece un hombre atractivo. Era una nueva cara.

P. ¿Su campaña electoral es una manera de promocionar su empresa y sus productos?

R. No necesito nada del Parlamento. No necesito tampoco que el Gobierno me haga más famosa de lo que soy. Cuando llegue al Parlamento tendré que dejar mis negocios, la ley me obliga a ello. Mi marido, Moshe, será quien se haga cargo de la empresa. Espero llegar a ser ministra.

P.¿Cuánto ha gastado en la campaña?

R. No mucho. Para mí esta campaña no es cara. Tengo ventajas que otros no tienen. Soy muy famosa, por lo que tengo eco en toda la prensa sin que me cueste dinero. Además, estoy siempre en televisión. P.¿Oyéndola parece fácil presentarse a las elecciones en Israel?

R. Mire. Una no necesita gastar mucho dinero en una campaña. Sólo hay que tener seso, cerebro, en cómo hacerlo. Y cara [sonríe abiertamente]. ¿Verdad que es así? No olvide que soy una muy buena mujer de negocios. Soy, además, la mejor distribuidora de cosméticos del país. Sé cómo distribuir productos de belleza y sé también cómo distribuir política.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_