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Morse muerto; cambio y corto

Las nuevas tecnologías desplazan al tradicional sistema de socorro y con él a los radiotelegrafistas.

Esa imagen recurrente en las películas de guerra en la que un operador con auriculares teclea a toda velocidad las órdenes del alto mando o la llamada de socorro utilizando el código morse se ha convertido ya en material de museo. El morse ha muerto devorado por las nuevas tecnologías, por los sistemas informáticos y los satélites de comunicaciones. Desde el pasado 1 de mayo, el Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítima (SMSSM) es plenamente operativo en el litoral español. Los pesqueros de nueva construcción de más de 24 metros de eslora tienen la obligación de incoporarlo desde el 1 de febrero. Los de más de 45 metros viejos, deberán hacerlo desde el próximo 1 de julio. En esta fecha culminará un proceso, que se inció en 1992, para la adecuación paulatina de todos los barcos. El SMSSM consiste básicamente en utilizar técnicas de comunicación digitales, cuya señal se transmite por satélite, y consta de diferentes equipos de localización, radar y radio. "El morse se acabó y se acabó. De romanticismo, nada. Igual que dejamos de hablar por tam-tam y ahora lo hacemos por teléfono, pues del morse pasamos al satélite", dice tajante Narciso Echániz, radiotelegrafista. Reciclarse Sin embargo, la nueva tecnología de comunicaciones marítimas ha dejado en tierra a la práctica totalidad de una profesión, los radiotelegrafistas o radioelectrónicos, como se les llama ahora. Echániz (Portugalete, 1954) ha tenido suerte y se ha reciclado en una empresa de su mismo campo, dedicada a instalar estos sistemas en los buques y a inspeccionarlos. Llevaba navegando desde los 20 años y lo dejó en 1990. "Estuve embarcado casi siempre en petroleros, de compañías extranjeras. Mi trabajo consistía en todo lo relacionado con las telecomunicaciones y su mantenimiento", recuerda. Echániz también da clases en la Escuela de Marina Mercante de Portugalete. Se encarga de impartir los cursos del SMSSM a pilotos y capitanes. Ellos son los que desde ahora asumen las funciones que antes hacía el radiotelegrafista. "En principio, manejar el ordenador es sencillo, cualquiera puede hacerlo. Otra cosa es el mantenimiento técnico y atender las incidencias de la red", explica Echániz. Por eso Roberto Pérez (Bilbao, 1954), también radiotelegrafista, pero con menos suerte que su colega (trabaja en una aseguradora), fundó en 1995 la Asociación de Oficiales Radioelectrónicos de Euskadi. Primero fueron ocho lanzados que, a la vista de lo que se les venía encima, se liaron la manta a la cabeza para buscar salidas a los radiotelegrafistas. Hoy son casi 60 socios. "Nos cuesta mucho encontrar a los compañeros", indica Pérez. Para contactar con la asociación: 94 499 03 48; e-mail: radiorez@clientes.euskaltel.es. "La asociación se creó porque nos encontramos con que las compañías incorporaban el SMSSM y nos quitaban el puesto de trabajo", dice Pérez. Según afirma Echániz, los pilotos no se han tomado muy bien el tener que asumir una función más. "La tendencia en los barcos es a reducir plantilla. El trabajo prácticamente sigue siendo el mismo, pero eso que antes hacía una tercera persona ahora recae sobre el piloto", comenta. "Si todo va bien no hay problema, pero en el momento en que hay una alarma el piloto o el capitán deben concentrarse en las comunicaciones y abandonar su labor", explica Pérez. El Gobierno vasco ha realizado cursos de reciclaje para los radioelectrónicos. "Hemos aprendido telecomunicaciones, fibra óptica,... siempre dentro de nuestro campo, pero con enfoque moderno", cuenta Pérez. Por lo pronto, los radiotelegrafistas de Euskadi han conseguido que en otras comunidades de España, como Galicia o Andalucía, se creen sus propias asociaciones con los mismos objetivos. "Hasta que nacimos nosotros sólo existía una asociación a nivel nacional, pero que creemos que no respondía a nuestras demandas concretas", explica Pérez. También han visto cómo el Gobierno central les aprobaba un estudio "en el que se demuestra claramente que el radiotelegrafista es necesario en el barco como técnico electrónico en sistemas de comunicación". Su ilusión es que no desaparezca su profesión, una labor en la que muchos han empleado más de 20 años de sus vidas.

Evitar catástrofes

"La necesidad de los radiotelegrafistas en los barcos nació a raíz de hundimiento del Titanic", afirma Roberto Pérez. A partir de entonces, dice, se instauró como un puesto fijo. "La señal del Titanic fue captada por un solo barco que estaba relativamente cerca, pero si hubiera sido obligatorio llevar radio, la señal habría llegado a barcos más cercanos en la zona". Quizá aún así la catástrofe no se habría evitado. Nunca lo sabremos. En un caso más reciente y cercano, el del Marero, desaparecido frente a la costa de Pasaia en diciembre de 1998, tampoco una señal de socorro habría salvado a los marineros fallecidos, pero sí se habría localizado antes el barco. "Fue un golpe de mar muy fuerte. Tenían que llevar radiobaliza porque era un barco nuevo, pero debían llevarla atada y no flotó", dice Echániz. Con el SMSSM un buque puede solicitar ayuda mediante el envío automático de una señal de alerta en la que va incluido un código que es el número de identificación del barco y su situación, como mínimo. La señal es recibida, mediante satélite, inmediatamente por otros buques y por las estaciones costeras.

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