El Atlético tiembla de nuevo

El Atlético sacó demasiada ventaja de una alineación rival ilógica, que le entregó en bandeja el primer tiempo. Alcanzó el descanso con 2-0 y se imaginó dentro al fin de un día tranquilo. Se confió, se vio salvado y no supo responder al Betis cuando se levantó. En cuanto Clemente reordenó su equipo y puso a cada cual en su sitio, los verdiblancos pasaron por encima del Atlético, al que le faltó fútbol, oxígeno, oficio y carácter. Tampoco supo administrarse un resultado holgado, el primero del año, y acabó una vez más de rodillas, aplastado por un adversario que se reencontró con el mejor Denilson.La alineación del Betis fue ciertamente de las raras. Sin duda con un porqué estratégico, pero de las que cuesta comprender a primera vista. Sin un delantero centro; con Finidi y Denilson como únicos puntas, sin pisar el área y buscando siempre los movimientos hacia atrás o los costados; con Benjamín y Fernando de volantes por afuera para correr hacia dentro y llegar a la portería; con Alexis casi de media punta, y con Merino de pivote, con la única misión de perseguir por todo el campo a Juninho, un tipo que lleva meses gritando que no necesita de una vigilancia especial, que se apaga solo. Del plan, salvo en dos apariciones por sorpresa de Benjamín en los compases iniciales, sólo salió airoso, claro, Merino. Y el Atlético, al que le bastaron diez minutos de aplicación para ajustarse el partido.

Diez minutos que dieron para que Juan González se estrenara como goleador, para que José Mari dibujara una espectacular semichilena y para que Baraja decorara el marcador con un 2-0 fabuloso: un remate que reunió precisión, delicadeza y la potencia justa. Tres acciones que maquillaron la realidad de lo que estaba sucediendo, que engañaron de muerte al Atlético. Porque los rojiblancos no habían hecho mérito para tanto. Mejor colocados, muy ordenados, pero los rojiblancos jugaban tan mal como de costumbre. Sin repertorio, calidad, profundidad ni desequilibrio.

Pese al 2-0, se vivía un tostón histórico, un primer tiempo insoportable, muy en la línea de los dos equipos. Betis y Atlético aburrían y del tedio creía salir triunfante el equipo local, que, en su mediocridad, era quien más estaba haciendo por quedarse los puntos. El Calderón bostezaba, pero feliz, convencido al fin de tener la salvación cosida al escudo.

Pero cuando el Betis se reordenó y se quedó la pelota, el Atlético se atrancó para siempre. Quebró en cuanto salió al campo Oli para servir de referencia arriba; en cuanto Denilson y Finidi se fugaron a sus posiciones lógicas, uno a la izquierda y otro a la derecha, y desde allí, no emprendiendo el viaje contrario, tiraron diagonales hacia el área o envenenaron centros; en cuanto Fernando notó que sus visitas al territorio de Molina no eran una obligación sino un recurso para la sorpresa... El Betis se implicó en un segundo tiempo delicioso, probablemente su mejor actuación del curso. Clemente tuvo delito en la confección del once, pero acertó de veras en su corrección.

Sus cambios mandaron los puntos para Sevilla. El de Oli por Cañas puso una referencia ofensiva al juego y rescató a Finidi y Denilson; el de Ito por Alexis remató el vuelco: Merino pasó al lateral, Ito cogió el pivote y Fernando viajó a la media punta. De la maniobra salieron engrandecidos Finidi, que descosió al Atlético por la derecha, y Denilson, que se marcó el partido de la temporada. El brasileño dejó en evidencia a la zaga rojiblanca, que le defendió con demasiada dureza unas veces y rematadamente mal otras, las más. Agarrado a sus regates y al Finidi de siempre, el Betis edificó la remontada.

Cuando alcanzó el 2-3, Clemente volvió a darle una curva al partido. Retiró del campo a Denilson, mandó al equipo atrás y resucitó al Atlético. Pero no pasó nada. El Atlético ya no tenía aire ni fútbol para armar más jaleo.