_
_
_
_

Karra Elejalde

El cine, por ser un arte, admite muchas preguntas, algunas circunstanciales: ¿por qué el trayecto actor-director se recorre con más facilidad que en sentido contrario? Hay razones estadísticas, como, por ejemplo, que para el mismo número de películas se requiere un menor número de directores que de actores. La muestra, pues, favorece el tránsito señalado en mayor número que el cambio de sentido. Descontadas las apariciones testimoniales de Alfred Hitchcock (casi un juego para el espectador), quizá Orson Welles represente el punto de equilibrio entre lo uno y lo otro. Karra Elejalde ha decidido dar el salto y como es atrevido, ingenioso y zascandil, no contento con la apuesta la ha elevado a doble o nada. No sólo dirigirá Año Mariano, sino que lo hará de forma compartida con Fernando Guillén Cuervo (otro que tal baila) y, además, entre ambos han construido el guión de la película en compañía de José Antonio Ortega, un profesional del asunto. Nada es imposible. Cuenta el periodista y cineasta Javier Rioyo que Karra Elejalde es, sobre todo, un tipo dinámico, un vacilón diríase en el argot urbano, que gusta de entablar conversación con los taxistas. Y que de tal compostura dialéctica surgió la idea de Airbag, la película de su amigo Juanma Bajo Ulloa que batió registros de taquilla en 1997 (dos millones y medio de espectadores). Al parecer, aquella historia surgió en un taxi. Y Año Mariano nació en la misma sala de partos, en un viaje que efectuaban Elejalde y Guillén Cuervo. Un chispazo con el taxista, una idea, una película y una decisión. Juanma, ocupado en una obra teatral (Pop Corn), queda al margen y Karra le dice a Fernando: "¿Y si la hacemos nosotros?" Y todo empieza a rodar. Definitivamente, el taxi constituye, más que un elemento de transporte muy íntimo y coloquial, un feudo para la inspiración. Allí le pillan siempre a Karra Elejalde trabajando. Karra es, sobre todo, un tipo vitalista, actor de carácter con muchos registros a pesar de su imagen de tipo duro que vale para la mayoría de los papeles de la comedia o el drama. Porque Elejalde es, sobre todo, un actor de contrastes que lo mismo se inserta en la vorágine de Airbag que se enfrenta a un recogido auditorio teatral en La kabra tira al monte, que se incluye en la sensibilidad de Alas de mariposa. Con Juanma Bajo Ulloa, otro alavés, encontró el lugar en el cine que buscaba en el trasiego teatral. Karra ha sido un habitual en las películas de Bajo Ulloa. Airbag, por la popularidad, significó el punto de inflexión. Pero ahora ha decidido dar una vuelta de tuerca (no la última) a sus devociones. En pleno apogeo del elogio de la caspa, Año Mariano se sumerge en esa realidad vilipendiada, pero real, de los años 60-70 que han hurgado otros directores, en especial otro vasco, Álex de la Iglesia en Muertos de risa, con El Gran Wyoming y Santiago Segura. Conviene recordar que el primer defensor de aquel cine vilipendiado fue el gran Luis García Berlanga, quien siempre encontró el lugar y el momento para resarcir a los actores de oficio que se incluían en el reparto de aquellas películas presuntamente abominables. España también era así El debate tiene un carácter pendular: de la abominación al culto, pasando por el olvido. Ahora lo casposo ha encontrado el reflejo cinematográfico de su misma mismidad: el cine en el cine porque nada pasa, todo fluye, y España, señora, era también así. El riesgo del proyecto de Karra Elejalde, que auspicia de nuevo Asegarce (la productora de Karlos Argiñano, con un papelín en la película) es que se inserta en un género ya iniciado y que amenaza con ser trillado. De momento, Karra Elejalde se encarga de la dirección creativa de la película, dejando a Fernando Guillén Cuervo los aspectos más técnicos. Parece obvio: alguien que imagina dos películas seguidas en el escueto habitáculo de un taxi, donde se tiende con facilidad a encelarse con los problemas de tráfico y los trasuntos del alcalde correspondiente, reclama un lugar en la creatividad. Alguien que se adapta con igual facilidad al papel de marginado y de policía; de aventurero y burócrata, demuestra que el talento y el ingenio son los mejores argumentos para encontrar respuestas. De momento, se ha convertido en un profeta de una secta infestada de marujas. La impostura, la trampa, la pobreza... La vida misma.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_