"Temimos no lograr el objetivo", relatan los expedicionarios al polo
"Al polo Norte sólo se le conquista si se deja", asegura el comandante Francisco Gan, uno de los cuatro expedicionarios españoles que el pasado 28 de abril conquistaron el polo Norte geográfico. Los miembros de la expedición conjunta del Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca y el programa de TVE Al filo de lo imposible (que ya venció los retos del polo Sur y el Everest) reconocieron eufóricos ayer en Moscú, una semana después de alcanzar el mítico paralelo 90, que hubo momentos de su recorrido en los que temieron, sin confesarlo, que no podrían lograr su objetivo.
Los aventureros relataron ayer en Moscú que esos temores los sintieron en marzo, cuando la prioridad máxima era sobrevivir entre temperaturas inferiores a los 40 grados bajo cero, con un viento terrible que doblaba el efecto devastador del frío. El hielo retrocedía casi tanto como ellos avanzaban y se ofrecía con un relieve irregular y montañoso, al que había que vencer cargados y arrastrando un trineo con más de 100 kilos de peso."Pero luego llegó abril, mejoró el tiempo y avanzamos como gamos", afirmó el comandante Benito Molina, uno de los tres expedicionarios (el otro fue el cámara de TVE Ramón Larramendi) que completaron, en 60 días de viaje azaroso, los más de 1.000 kilómetros que separan al polo de la tierra firme siberiana. Les acompañaba el alférez Javier Barba, que tuvo que sustituir después de 300 kilómetros al jefe de la expedición, el teniente coronel Francisco Soria, que sufrió un desgarro de abductores que le dejó fuera de combate. Aguantó una semana antes de aceptar el relevo, que le llegó por helicóptero. Recuperado en la base rusa de Khatanga pudo volar al polo, acompañado del cámara Antonio Perezgrueso, a tiempo para clavar sobre el hielo la bandera española que les entregó el presidente del Gobierno, José María Aznar, y brindar con cava por el feliz resultado de la aventura.
Es fácil alcanzar el paralelo 90, donde en un minuto se puede dar la vuelta al mundo, pisando todos los meridianos. De hecho, los españoles encontraron allí a expedicionarios científicos norteamericanos y canadienses. Hay agencias que organizan viajes en avión o en helicóptero al polo Norte para que clientes caprichosos se bañen, buceen, se emborrachen, paseen en trineo, suban en globo o preparen una barbacoa. Lo difícil, lo que está "al filo de lo imposible", es llegar desde la lejana tierra firme. El equipo español, que hoy tiene previsto llegar al aeropuerto madrileño de Barajas en torno a las cinco de la tarde, es el único que lo ha hecho este año.
Al día siguiente de lograrlo, otra expedición del programa documental de TVE convertía a Juan Oiarzábal en el sexto alpinista que culminaba los 14 "ochomiles", tras alcanzar la cumbre del Annapurna. Con este logro, Al filo de lo imposible completa el material de una nueva serie, De cero a ocho mil.
Lo más paradójico es que el polo Norte se les escapó a los conquistadores en cuestión de minutos, porque se encuentra en pleno océano Ártico, y el hielo que lo cubre puede desplazarse, si el viento y las corrientes marinas ayudan, hasta 20 kilómetros en una noche. "La parte más inútil de la conquista", señaló con ironía Francisco Gan, "es identificar el lugar exacto". Al minuto siguiente puede haber cambiado.
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