Las razones de la guerra
Las páginas de opinión de todos los periódicos, en estas últimas semanas, tienen como tema dominante la guerra de Yugoslavia. Entre la gran variedad de pareceres destacaría algunas opiniones que desde distintas perspectivas intelectuales y religiosas ponen de manifiesto las verdaderas razones y denuncian los intereses no declarados de la guerra de los Balcanes. Hace unas semanas, en un artículo (Levante,10-4-99 ¿Estrategia o improvisación?) manifestaba la improvisación con la que la daba la impresión que la OTAN había iniciado el bombardeo de Yugoslavia. Estas sospechas se están viendo no solamente confirmadas, sino absolutamente denunciadas por dos prestigiosos y muy bien informados escritores. Manuel Castells, refiriendose a un informe del New York Times, afirma: "La decisión del bombardeo se tomó a la ligera y en medio de distracciones políticas, tales como el proceso de destitución contra Clinton, como ha documentado The New York Times en un amplio reportaje" (EL PAÍS, 1-5-99 Yugoslavia: las razones de una sinrazón). En la misma línea, Ignaci Ramonet no tiene reparos en preguntarse: "¿Cómo no espantarse por la increíble improvisación que han mostrado los países de la OTAN en el desencadenamiento de este nuevo conflicto de los Balcanes? La guerra se ha iniciado con una falta de previsión completa" (Le Monde Diplomatique, mayo 1999 Le gachis). Me parecen dos constataciones bastante graves que tienen que hacer pensar a la ciudadanía en manos de quiénes estamos, a qué intereses sirven y cuáles son sus objetivos y prioridades en esta guerra. A las razones humanitarias y morales, que se pusieron en primer plano y sirvieron de pretexto a los señores de la OTAN para justificar y legitimar los terribles bombardeos, hay que ponerles sordina después de leer algunos puntos de vista. Fernando Savater: "La actual intervención armada, carente del refrendo explícito de la ONU, parece más bien una yihad o guerra santa a la occidental contra un determinado violador de derechos humanos... en un mundo en el que desdichadamente no faltan otros tolerados y aun festejados por los mismos integrantes de dicha cruzada" (EL PAÍS, 30-4-99 ¿Malditos pueblos?). También Manuel Castells,en el artículo antes mencionado se pregunta: "¿Es la razón la defensa de los derechos humanos, como creo que cree sinceramente Solana? Si eso es así y si a esos principios hay que sacrificar la soberanía de los países, las consecuencias de dicha política serían la desestabilización del mundo, porque el mundo está repleto de abusos de derechos humanos y de pisoteo de los derechos de las minorías étnicas o nacionales, desde Chiapas al Tibet, pasando el Kurdistán (territorio Otan)". En parecidos términos, Ignaci Ramonet, en el citado artículo, recuerda que las razones humanitarias y morales no son bajo ningún punto de vista legitimadoras o convincentes, ya que deberían entonces plantear intervenciones militares en otros lugares: "Kurdistan, en donde las autoridades de Ankara conducen, desde 1984, una guerra sin cuartel contra la población kurda, a la que le niegan un estatuto de autonomía e incluso el derecho a enseñar la lengua kurda. Una guerra que ha provocado ya 29.000 muertos y más de un millón de refugiados". ". Manuel Castells afirma que las razones de esta "sinrazón" de la intervención militar de la OTAN son simples, viejas y tristes: "El ejercicio del poder por quien lo tiene para evitar que otros levanten la cabeza. La Unión Europea, el gigante económico-cultural con complejo de enano político-militar, fue humillado por la atroz guerra de Bosnia y decidió que nunca más. Estados Unidos tiene que buscar uso a su máquina militar, sin enemigo militar que lo justifique, y si los europeos le siguen pidiendo protección contra Yugoslavia, como antes contra la Unión Soviética, tanto mejor. Así queda claro quien manda". Las afirmaciones de Castells son claras y contundentes. Por eso esta guerra es también una inyección económica muy importante a la industría armamentística americana: ¿cuántos puestos de trabajo se han perdido en este sector desde la caída del muro de Berlín? ¿Cuál es la situación bursátil de las empresas estado unidenses de armamento en estos momentos? Para Ramonet hay claras razones políticas de esta intervención: "Serbia, además de poseer un ultranacionalismo criminal, rehusa adoptar el modelo neoliberal que exige la mundialización. Esto supone un mal ejemplo para algunos de los países vecinos de la Europa del Este, también fuertemente afectados por una crisis política y económica". Entre nosotros, el Arzobispo de Valencia, A. García-Gasco, en recientes intervenciones denuncia las razones ambiguas de la guerra: "Los responsables de la acción militar contra Serbia justificaban su proceder por tres razones: parar la tragedia humana, que se agotaron todos los medios políticos y económicos y prevenir una desestabilización ulterior de los Balcanes. Pero existen algunos interrogantes sobre su exactitud. Tampoco está claro que se reúnan condiciones serias de éxito para detener la tragedia humana... y, lo más grave, quienes promueven los bombardeos ¿pueden sustituir a la ONU en su carácter de agente de la paz y de defensa de los derechos humanos" (Iglesia en Valencia, 25-4-99 ¿Una guerra justa?) En una segunda intervención, Garcia-Gasco, afirma: "Parece comprobado que los escenarios bélicos que aparecen en nuestros días permiten ensayar nuevos y más atroces avances tecnológicos en la ingeniería de la muerte y la destrucción. Sería una ingenuidad no descubrir oscuros intereses económicos detrás de la carrera de armamentos" (Iglesia en Valencia, 2-5-99 ¿Quién siembra la guerra?). El uso de la fuerza por parte de la OTAN para atacar al régimen yugoslavo como respuesta a la prolongada y sistemática violencia ejercida sobre la población de Kosovo no es, ciertamente, la más justa ni la única solución factible para la nación serbia. Las consecuencias de las guerras son gentes asesinadas, expulsadas, sufrientes y aterrorizadas en países quemados y destrozados. En Kosovo y el resto de los Balcanes, la paz es posible, porque sin paz la vida se hace imposible. Es necesario que los políticos y diplomáticos encuentren soluciones justas sostenibles y satisfactorias que puedan garantizar el respeto de los derechos básicos y la dignidad de cada persona y cada nación sin utilizar la peligrosa posibilidad de cambiar las fronteras. El pueblo albanés de Kosovo tiene derecho a sus valores nacionales, culturales y religiosos. Por eso, es posible y necesario asegurarle su autonomía local, sin necesidad de negar o ignorar el hecho de que Kosovo histórica y culturalmente también pertenece a la nación serbia, aunque los albaneses constituyan la mayoría de su población. La coexistencia de los pueblos mayoritario y minoritario es posible y necesaria, basándose en el principio de la igualdad de todos, y teniendo presentes los datos históricos y legales. Es urgente que cesen las armas y se inicie el diálogo para hablar de justicia y de paz.
José Luis Ferrando Lada es profesor de Teología y Filosofía.
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