Vanguardia rural
Una obra sobre la vida en el campo rompe los moldes del teatro alternativo y barre en la taquilla
No es nada normal que un montaje alternativo, es decir, una obra de teatro que se representa en una sala de vanguardia, esté protagonizado por campesinos que hablan de sacos de remolacha o de cosechas de maíz; que llevan alpargatas en los pies, sombreros de paja en la cabeza, pañoletas y corpiños; que cantan coplas antiguas, que no pueden entender cómo sale café de una cafetera exprés y que se pasan la mayor parte de la representación tirando de un arado. Tampoco es nada normal que un montaje alternativo tenga que prorrogar dos veces consecutivas, que esté tres meses (seguidos) en cartelera y que consiga llenar el teatro un jueves por la noche.Las manos, la obra que se representa en la sala Cuarta Pared, ha demostrado que se pueden romper estos tópicos y, contra todo pronóstico, emprende ya su tercer mes en cartelera. Ni sus propios autores (porque otra de las singularidades de este montaje es que ha sido escrita por tres personas) confiaban en que pudiera interesar a un público acostumbrado a comedias urbanas. Y no les importaba. Ellos, Javier Yagüe, José Ramón Fernández y Yolanda Pallín, se habían propuesto crear un texto que hablara de la juventud de los años cuarenta, de los jóvenes que vivían durante la posguerra en cualquier pueblo de España. Es decir, de sus abuelos.
Las manos (Trilogía de la juventud) en la sala Cuarta Pared (calle de Ercilla, 17, metro Embajadores)
Miércoles a las 19.30. De jueves a domingo a las 20.30. Prorrogado hasta finales de mayo. Precio: 1.200 pesetas.
Esta obra, pensaron los tres autores, sería la primera parte de una trilogía dedicada a la juventud. Y ya están metidos en el segundo texto, dedicado a los años setenta. Es decir, a sus padres. Luego llegará la que hable de los jóvenes de ahora.
"La idea de en Las manos es retratar el paso del campo a la ciudad en este siglo y ver en que somos iguales o distintos a los jóvenes de otra época", relata Pallín. Esto se ha traducido en una intensa labor de investigación que ha durado más de un año. Se ha buceado en hemerotecas, han leído todo tipo de libros pero, sobre todo, la mayor parte del texto procede de testimonios orales recogidos por los tres autores y por los propios actores, que han tenido un papel muy activo en la elaboración del espectáculo.
Han viajado por pueblos, han asistido a matanzas con el fin de documentarse sobre una forma de vida que no hace tanto tiempo fue dominante. Y así, hay espectadores que reconocen lo que ven porque lo han vivido. Otros, los más jóvenes, porque se lo han contado.
La interpretación de Las manos corresponde a seis miembros de la compañía Cuarta Pared: José Manuel Barderas, Elena Benito, Luis Bermejo, Esperanza Elipe, Eugenio Gómez y Asu Rivero, quienes no sólo se han ocupado de la representación de la obra, sino que han tenido un papel destacado en la elaboración del texto. Ellos también se han ocupado de acudir a los mayores en busca de historias. Entre escena y escena, los actores, cada uno por su lado, se acercan al público y les cuentan a modo de conversación completamente informal los relatos sobre la vida en el pueblo de sus abuelos.
No sólo eso: también enseñan a los espectadores las fotos (auténticas) de sus antepasados. Ofrecen vino y dan de comer pastas. "La preparación de la obra ha consistido en un trabajo muy intenso que ha durado más de un año", dice un autor. "En la forma de hablar no hemos querido ceñirnos a un pueblo o a una región concreta. Se usan giros de varias partes de España", dice Fernández.
Lo mismo que el vestuario y la escenografía. No se ha inventado nada pero tampoco se han inspirado en un lugar determinado. Cualquier pueblo de España puede estar representado en el escenario.
El caso es que, función tras función, se produce un curioso fenómeno del que han sido testigos los autores del texto: "La gente sale del teatro contando historias de sus abuelos. Los grupos de chicos no paran de hablar de historias que han oído a sus padres. O se entretienen un buen rato con los actores hablando de anécdotas de pueblos", cuenta Fernández.
Y así llega otro de los prodigios que ha logrado Las manos: aumentar notoriamente la media de edad del público de la Cuarta Pared. "Al principio sólo venía gente joven. Ahora casi la mitad es mayor. Eso es porque son los propios espectadores los que animan a sus padres a que la vean", dice Yagüe, que es también el director.
"La obra está rompiendo todos los tópicos de una sala alternativa. Pero yo tenía claro que quería retomar el espíritu de lo alternativo. Es decir, del riesgo", cuenta Yagüe. Y el riesgo radicaba tanto en las 200 páginas que salieron de texto, como en la larga duración del montaje (algo más de dos horas y media), como en las incómodas sillas de enea en las que se sienta el público, como en el tema de la obra. Y, sin embargo, han conseguido que por una vez público y crítica aplaudan el mismo montaje.
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