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Entrevista:

CELIA SANJUR CONSULTORA DE LA ONU "La opinión debe estar vigilante con el proceso centroamericano"

Celia Sanjur (Panamá, 42 años) es presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Centroamérica y consultora de la ONU. La región que representa es una de las más azotadas por la lesión de los derechos humanos. Desde su cargo intenta que sus palabras no se pierdan en el desierto de voces. Acaba de intervenir en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra. En los últimos días ha visitado Euskadi invitada por la fundación EDE y se ha reunido con representantes institucionales de la defensa de los derechos humanos. Pregunta. Usted vigila que se respeten los derechos humanos en una de las zonas del mundo que más atropellos sufre: Guatemala, El Salvador, Nicaragua, y Panamá. Respuesta.La situación es muy preocupante. La opinión pública debe mantenerse muy vigilante de lo que allí ocurra porque las causas estructurales están vivas y están profundizándose. Lo que ocurre es que el pueblo está cansado de la guerra y quiere la paz. Pero existe el riego de que puedan reactivarse. Hay un deterioro generalizado de los derechos humanos fundamentales, tanto en lo civil y político como los que se refieren a lo económico, social y cultural. P. ¿Empieza a ser estable la democracia en Centroamérica o hay riego de involución? R. Toda la región sufre los embates de la política neoliberal y eso significa agrandar las brechas existentes entre ricos y pobres. Se está dando una de la mayores exclusiones sociales de las que siempre han existido en Centroamérica y genera inestabilidad en la incipiente democracia de ese continente. Si a esto le sumamos los efectos del huracán Mitch, podemos decir objetivamente que la región ha sufrido un retroceso de 20 años. Y eso lo dicen las estadísticas. P. ¿Cómo responde Naciones Unidas a sus quejas? R. Intentamos que sepan lo que ocurre. Un dato significativo: hace unas semanas, me tocó informar en las Naciones Unidas sobre las amenazas sufridas por el hijo de cuatro años del director de la oficina de derechos humanos del arzobispado de Guatemala. En ausencia de sus padres fue retenido durante horas y amenazado con una pistola. El niño gritaba "por favor, no me maten". La impunidad en Guatemala sigue vigente. En el caso de El Salvador, no se han dado respuestas a las víctimas de la guerra. Después de los acuerdos de paz, se ha convertido en uno de los países más violentos de Centroamérica no ya por el enfrentamiento armado, sino por la cada mayor inseguridad ciudadana. Nicaragua nos preocupa mucho por su inestabilidad e ingobernabilidad. En Honduras, se habla de diez mil desaparecidos y los culpables siguen en una situación de impunidad. P. ¿Panamá, su país, cómo vive la anunciada recuperación del canal? R. Quiero decir que me siento muy sensible a lo que está viviendo el pueblo kosovar porque nosotros sufrimos la invasión norteamericana en 1989. A pesar de este paisaje, vivimos un momento de esperanza porque el próximo 31 de diciembre, según el tratado Torrijos-Carter, el canal va a pasar a manos panameñas y el último soldado norteamericano saldrá definitivamente del país. P. ¿Cree que Estados Unidos cumplirá su compromiso? R. Confiamos en que así sea. Han entregado algunas bases y reducido algunas tierras. Aspiramos a que, en lo que queda de año, cumplan su promesa y de una manera pacífica entreguen a Panamá lo que le corresponde. P. ¿La proximidad geográfica con el país más poderoso del mundo favorece o perjudica el respeto de los derechos humanos en Centroamérica? R. En el Gobierno de Clinton hemos encontrado mayor diálogo. Pero eso significa dejar de reconocer la hegemonía que tiene Estados Unidos en la región y que sigue controlando estructuralmente la situación política y económica. No sé en que va a acabar esto, pero vivimos en una época en la que Estados Unidos se siente el gendarme del mundo. La última reunión de la OTAN confirma un momento histórico en el que han demostrado su empeño en legitimar este carácter a nivel mundial. A pesar de todo, no perdemos la esperanza de seguir luchando por la defensa de los derechos humanos y por el derecho como pueblo a determinar nuestro destino y poder así conseguir mejores días para nuestro pueblo. No podemos dar marcha atrás.

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