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Entrevista:

VICENTE TORRIJOS ASESOR DE PAZ EN COLOMBIA "No hay antecedentes de un proceso de paz como el de Colombia"

Vicente Torrijos (Caquetá, 1962), director del Laboratorio de Transformación de Conflictos de la Universidad de Rosario, es asesor de paz de Caquetá, donde se desarrollan las negociaciones entre las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de este país. Estos días ha visitado Euskadi para participar en las IX Jornadas Internacionales de Cultura y Paz organizadas por Gernika Gogoratuz. Pregunta. ¿En un país como Colombia que contabiliza tres muertos por hora, cómo se vive la situación de violencia absoluta? Respuesta. En un clima de esperanza. Puede resultar paradójico porque somos conscientes del drama que vivimos, pero a la vez vemos la necesidad de poder desbloquear esa situación y hacer que evolucione positivamente. Para ello es necesario la participación de la gente y eso es lo que caracteriza ahora a la sociedad colombiana. P. Hay una degradación de la violencia que en Colombia es ejercida por el Estado, por la guerrilla y por las fuerzas paramilitares. ¿Qué papel tiene cada uno? R. El Gobierno está obligado a mostrar resultados porque llegó al poder tras una oferta de diálogo y la sociedad es cada vez más escéptica y crítica. Si hablamos de la guerrilla, vemos que ésta trata de expander su hegemonía a partir de las áreas despejadas para los diálogos. A la guerrilla ahora no hay nada que le estimule para llegar a un acuerdo negociado; aunque eso no quiere decir que no sea una guerrilla dialogante, permeable, flexible, que está en busca de aproximaciones y eso es positivo. P. Algunos sectores culpan a las FARC de llevar a Colombia a un callejón sin salida con su ruptura de las conversaciones dos semanas después de su inicio el 7 de enero pasado y sus exigencias, como la lista entregada al Gobierno para que investigue a 200 militares y civiles relacionados con los paramilitares. R. Quisiera trasmitir que en Colombia no hay un callejón sin salida, sino que hay muchos callejones y todos con salida. Lo que ocurre es que no hemos podido transitarlos. El reto para nosotros es tratar de encontrar ese mapa que nos permita ir por distintas vías y encontrar esa salida y cómo superar los obstáculos. No hay antecedentes en el mundo de un proceso de paz como el que se quiere abordar en Colombia. La guerrilla conserva las armas, se pasea con ellas, pero abre la ventana al diálogo. Esa guerrilla que sólo operaba en la clandestinidad y en torno a la guerra ahora lo hace alrededor de las posibilidades políticas. Y eso es un paso enorme. P. ¿Cree que el Gobierno combate con contundencia contra los paramilitares? R. La guerrilla sabe que no está en manos del Gobierno hacerlo, sabe que se puede hacer más, pero que también hay limitaciones y que en buena parte ella tiene responsabilidad. Muchos de esos grupos se han formado como una reacción a secuestros y persecuciones. La guerrilla, por su parte, también encuentra una explicación histórica en la aberrante corrupción estatal. De todas formas, el Gobierno debería emprender iniciativas de lucha frontal contra el paramilitarismo en lugar de esperar a que sea la guerrilla la que le diga "usted tiene este compromiso, cúmplalo". P. Hay grupos que acusan al presidente Pastrana de no tener una política definida, de dar tumbos y de hacer concesiones. R. El problema no es carecer de una política clara porque es bueno experimentar. Lo negativo es no emprender la iniciativa ya que es necesario aventurarse a dar primeros pasos y al Gobierno le corresponde dar, al menos, algunos. Hasta ahora da la sensación de que ha ido un poco a la zaga y eso no es oportuno. P. ¿Qué impresión se lleva del proceso de paz vasco? R. Yo creo que hay un pulular de identidades. Lo que está en juego es cómo los extremismos, los nacionalismos, afectan a la convivencia. La duda que hay que despejar es si el nacionalismo es el culpable o no. Hay que saber si eso lleva a algo positivo o simplemente se reclama una identidad que se pueda construir de manera colectiva. Eso es válido para el País Vasco y para Colombia. El nacionalismo me crea cierta prevención, pero cada país tiene su historia que hay que respetar y en Euskadi hay muchas cargas emocionales y disputas históricas que no se van a superar de la noche a la mañana.

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