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Reportaje:

Pocos dramas y mucho arte

Los actores salen del escenario entre ovaciones y se acercan a la prensa, dispuestos a conceder una entrevista entre bambalinas. "Era una escena comprometida", dice la pareja protagonista, "pero no nos dio vergüenza. Nos debemos al público". En la escena en cuestión, el Zorro bailaba una lenta abrazadito a una exploradora que se había perdido en el campo, ante la mirada atónita de un dragón, una bruja y un hada con zapatillas de deporte. De banda sonora, el tema principal de Titanic. Parece surrealista y de hecho lo es, pero ha sucedido en la Muestra de Teatro Escolar de Málaga. En esta decimotercera edición participan 500 actores y 3.700 espectadores de un total de 30 colegios. A razón de tres representaciones diarias en la Sala Cánovas, hay teatro para todos los gustos. Hoy, tres piezas pensadas para niños de 3 a 9 años; El pez arco iris, del colegio El Tarajal, El toro y la luna, del colegio Cupiana, y Hablando se entiende la gente, del Paulo Freire. A partir del 27 de abril y hasta el día 30, fecha en que se clausurará la muestra, se montarán obras para chicos de 10 a 14 años. Estas actividades no vienen solas: se dan, además, cursos de teatro para profesores y talleres de maquillaje, máscaras y atrezzo, según explica Ángeles Valenzuela, la coordinadora, que lo controla todo desde la mesa de sonido. La sala está repleta. Hay niños, algunas madres que les dan bocadillos, algunos padres con cámaras de video, las profesoras, curadas de espanto. Huele a mantequilla y a zumo de melocotón. Eso delante del telón. Detrás, un conejo ensaya cómo caminar convincentemente con muletas, y discute con una serpiente empeñada en que se las preste para dar una vuelta. Falta poco para que empiece Hablando se entiende la gente y hay gran tensión en el aire. Pero una vez que arrancan todo sale bien. Unas exploradoras salen de excursión y, por azares de la vida, tropiezan con árboles, animales y seres de leyenda muy concienciados -reivindican rampas para discapacitados en el bosque y el fin definitivo de la caza y la tala de árboles-; cuando parece que una bruja caníbal las va a secuestrar, llega el Zorro, "malagueño, por supuesto, como Antonio Banderas", y las salva por medio del diálogo y del amor. Precisamente se enamora de una de ellas, la que más cerca le cae. Y todos tan contentos. ¿De dónde salen los argumentos de las obras? Se los inventan los niños, claro. Se reúnen y hacen un trabajo de creación colectiva. Todos se sienten orgullosísimos de ser autores-actores; todos quieren dedicarse al arte dramático cuando sean mayores. Las directoras de los tres grupos de teatro del día están de acuerdo: "los resultados son muy buenos". Los niños aprenden a expresarse mejor, su lenguaje se enriquece, y las relaciones entre ellos se hacen más fluidas. "Esto les estimula mucho. Los tímidos se sueltan una barbaridad", cuentan Marilén Landa y Araceli Castaños, del colegio El Tarajal, que han montado la historia de un pez reluciente pero egoísta que aprende a ser generoso por necesidad. María José García y Cati Fernández, del colegio Cupiana, llevaron una obra con corrida incluida, que termina con el indulto del toro. Queda claro que el teatro fomenta la creatividad de los niños, y les ayuda a desarrollar sus aptitudes artísticas. Y Juan Jesús Monllor, de ocho años, el enanito de Hablando se entiende la gente, se divierte. "Sí me habría gustado ser excursionista, porque hablan más, pero me conformo", dice a través de una barba canosa que le viene grande.

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