Socios S.A.
LORNA SCOTT FOX Creo que he descubierto cuál es el rasgo sevillano que hace posible la Feria: un espíritu compulsivo de asociación, que deja atrás hasta a los ingleses. En realidad es bastante difícil que no tengas caseta, porque la red de cofradías, sindicatos, gremios, peñas, clubes, partidos y demás no deja escapar a nadie. Si existe más de un lobo solitario en esta ciudad, seguro que han fundado un club para los dos. El deseo de pertenecer a un grupo formalizado, con sus reglamentos y politiqueos, es para mí personalmente incomprensible, y todas las siglas y logos de las pañoletas me producen un escalofrío de ansiedad. Objetivamente, sin embargo, entiendo que esta malla forma la vida de una comunidad. Acaso la Feria no es la representación de un espíritu, como la maldefinía ayer: se comprende mucho mejor como una anatomía, en la que cada órgano y célula de la sociedad quedan expuestos, aunque de forma traslúcida, entre cortinas para una celebración de todo el organismo. Visité algunas casetas políticas para ver de qué modo los afiliados reflejaban a su célula, y al revés. El Garbanzo Negro, pequeña caseta con gran tradición de la CGT, atrae a miembros de este sindicato y tendencias afines. El ambiente de noche es popular, caliente, hecho con las miradas intensas y el atuendo descuidado del luchador social de base. La decoración incluye carteles militantes y un cuadro no muy atrevido con la leyenda La pornografía no es obscena. Misma sociedad un pelín más elegante en la Pecera, que luce un mural romántico y un bonito arreglo de papeles arrugados en el techo, que a segunda vista se revela como la hoz y el martillo. Hay cierta permeabilidad entre esta célula y la anterior. A las cinco de la tarde lo del PP es un mar de manteles, enmarcados por rostros plácidos y más bien mayores. No sé dónde ponen a los votantes obreros. Es que "aquí es público y no público", en la misteriosa explicación del guardia de seguridad. Me voy deprisa al PSOE, esperándome a lo mismo, ya que las ideologías apenas se distinguen en nuestro nuevo mundo centrista. Sorpresa mayor: el ambientazo y sin guardia. Bailes, risas, trajes, niños, serrín y mesas de tablas como en un banquete de pueblo. Resulta que el casetero es del Polígono San Pablo, los camareros también, y muchos de los asistentes. Uno -no afiliado al PSOE- me muestra su invitación a la caseta del Club de Campo (cosa de padres) y añade: "Pero no voy. Los amigos están aquí". La mayoría de los parranderos sí son del partido, haciendo de la caseta un órgano alimentado por dos tipos de sangre -el barrio y las ideas-. Moraleja, de una sencillez brillante: no te preocupes por la plataforma política, escoge tu partido según sea su caseta. ¿Y porqué no a tus amigos también? Te paseas por las calles evaluando a los personajes y el decorado que se vislumbran tras unas cortinas que no se sabe si están medio abiertas o medio cerradas. Y si te gusta, ¡hazte socio!
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