IDRISSA QUÉDRAOGO DIRECTOR DE CINE "El cine del África negra sigue siendo elitista"
Idrissa Quédraogo (Burkina Faso, 1954) es uno de los cineastas más reconocidos del África negra y pertenece a la generación de realizadores que han contribuido al desarrollo de este arte, que comenzó a gestarse en los años sesenta, tras los procesos de emancipación. El director, que frecuenta el festival de Cannes, autor de películas como Kini & Adams, Samba Traoré o Le Cri du coeur, presentó ayer en San Sebastián su largometraje Tilai, que Donostia Kultura incluye dentro del nuevo ciclo de Nosferatu África negra, rueda. Pregunta. ¿Su cine es la expresión del compromiso con la realidad de África? Respuesta. En África hay tantos temas de los que hablar que casi siempre se es fiel a la realidad, a los problemas socioeconómicos, a los sentimientos de la vida. Aunque hay quien hace cine estético, con los escasos medios que se disponen, en general nuestro cine está ligado a la cultura cultura africana; habla de la vida, de historias de hombres y mujeres, de la amistad, que al final son expresiones universales. P. ¿No cree que es contradictorio que un cine que nace con los procesos de emancipación dependa económicamente de sus antiguas metrópolis? R. Hay una conciencia cada vez más fuerte de que el cine sólo puede ser hecho en libertad con los propios medios económicos y existe un buen número de realizadores que sacan adelante sus proyectos apenas sin dinero. Es verdad que Europa ha ayudado al cine africano, aunque creo que no puede hablarse de dependencia. Ahora nuestra gran batalla para avanzar es lograr que se acepte que el desarrollo de la cultura es tan importante para un país como su evolución económica o educativa. Y, en concreto, el cine puede ser un medio para acercarse a otras culturas y romper clichés. P. ¿Los realizadores de su país gozan del apoyo institucional? R. Burkina Faso es una excepción, porque tiene el Festival Internacional de Cine Panafricano y eso hace que las autoridades políticas se interesen. Lo que hace falta es que otros países se vayan inspirando en este modelo. Por el momento, se hacen películas en una situación que es parecida a construir un castillo sin los cimientos. Y, sin embargo, a pesar de que el cine africano sólo tiene 30 años, es extraordinario ver cómo ha evolucionado. Cuando cumpla cien se podrá comparar con el resto de cinematografías. Hoy lo que hay que ver es lo que tiene de expresión de sentimientos. P. ¿Qué cree que ha aportado su generación, teniendo en cuenta que antes primaron las películas educativas y documentales? R. El cine del África negra sigue siendo elitista, y por lo tanto no ha podido lograr transformaciones en la mentalidad. Sólo algunas grandes películas han llegado a festivales europeos. Pero eso hace que los jóvenes se sientan orgullosos y surge el sentimiento nacionalista africano. Porque la cultura de los negros estuvo machacada. Como todo pueblo colonizado, intenta demostrar que existe. P. ¿Qué opina de la mirada de los realizadores europeos sobre África? R. Hay de todo. Siempre y cuando el director aprenda de las gentes del lugar puede ser justo; si habla mal de ellos es porque no los conoce, y eso pasa mucho en general. Europa tiene mucho que aprender de África, porque suele presentarlo como un continente que ya conoce, con todos los clichés. Se centra en la guerra y el hambre. Y el mundo evoluciona. El problema es que Europa no tiene demasiados espectadores potenciales africanos. Si la comunidad afreicana en Europa fuera grande y rica, sería rentable para los productores y nos harían más caso.
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