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España se presenta al examen final

La selección española elimina con autoridad a Mali en la semifinal del Mundial sub 20

Luis Gómez

Una feroz tormenta de agua, viento y arena precedió a la clasificación de España para la final del Mundial juvenil. Todo ese aparato adornó un éxito indiscutible de esta generación de jugadores que resuelve cada coyuntura con una seriedad digna de elogio.España resolvió la semifinal con pulcritud. Estos chicos hacen bien sus deberes, responden correctamente a los problemas y escriben con buena letra. No parecen estrellas, no llaman la atención individualmente, pero son impecables en el trabajo. El grado de solvencia de esta selección se puede medir por la claridad con la que han dejado atrás a Brasil y a medio continente africano (Ghana, Zambia y Mali). No se les puede discutir ningún resultado, no se les puede reprochar que hayan tenido fortuna. Cada partido se lo han trabajado y cada clasificación la han obtenido cumpliendo con su responsabilidad. Su estilo ha sido, además, un ejemplo de coherencia: forman un once fijo que ha marcado 10 de sus 12 goles en la primera parte, periodo en el que han resuelto y controlado todos los partidos. Han sabido soportar con mucha serenidad el cansancio físico que les ha sobrevenido en las segundas partes. Han concedido lo justo, pero han terminado siendo implacables.

MALI 1

ESPAÑA 3Mali: Keita; D. Coulibaly, Camara, Amadou Coulibaly, Diakite; Cisse, Traore, Keita, D. Coulibaly (Dissa, m.36); Bagayoko y Diarra. España: Aranzubía; Coira, Jusué, Marchena, Bermudo; Varela, Orbáiz, Xavi, Barkero (Rubén, m. 81); Gabri y Pablo (Yeste, m. 75). Goles: 0-1. M.1. Contraataque español. Barkero envía a la derecha, donde aparece Varela, que marca de tiro raso. 0-2. M. 25. Gabri se interna y pasa a Varela que marca a placer. 1-2. M. 46. Keita lanza un fuerte disparo en un balón suelto al borde del área. 1-3. M. 93. Xavi lanza fuerte y raso desde el borde del área, tras haber robado un balón. Árbitro: Lu Jun (China). España jugará la final del Mundial sub 20 ante Japón en Lagos, el sábado (18.00 horas, TVE). Japón ganó a Uruguay (2-1)

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Un equipo con fuerte tirón televisivo

Mali representaba el último peldaño para acceder a la final. Era un grupo alegre y desorganizado, en ese sentido mucho más ajustado a la etiqueta del fútbol africano: futolistas veloces y poderosos en la carrera, imprevisibles en sus movimientos, alegres cara al gol y descuidados en su defensa. El problema tardó apenas un minuto en ver la luz, cuando Barkero entendió que, en un contraataque, lo más inteligente era mover deprisa el balón al lado contrario. La natural tendencia de los defensores rivales a buscar el balón motivó que dejaran sin marcaje al jugador que, aparentemente, acompaña la jugada de lejos. Ese jugador era Varela, que recibió el pase sin oposición y pudo recrearse en el remate. El gol certificaba quién estaba dispuesto a mandar en el campo.

25 minutos después, España repitió la jugada con idéntica eficacia e idéntico protagonista, el bético Varela. Antes habían mediado dos claras oportunidades para redondear el resultado. Los dos goles reflejaban con cierta tacañería el dominio táctico que España había impuesto en la semifinal. Mali actuaba desorientada, descolocada la mayor parte de las veces e incapacitada para llegar al área española. Para resolver dudas estuvo Marchena, un central sevillista a quien le gusta moverse con la cabeza levantada, que atendió a cada atacante con un sentido de la anticipación aplastante. Detalle al margen: Marchena apenas tocó el suelo para robar un balón.

Cierto es que un descuido provocó que Mali acortara distancias a poco de la reanudación, gol que les dio oxígeno. Pareció más suelta, más veloz, más alegre, tuvo más espacio para intentar aventuras. España apuntó cansancio, pero no perdió los papeles. A decir verdad, la contabilidad del juego español fue mucho más rica en acciones ofensivas que la de su rival. No hubo un cambio de escenario y, en apenas un cuarto de hora, España había logrado restablecer el control.

España no perdió los papeles porque no es su costumbre. Porque no es un equipo extravertido sobre el campo. La cosecha del 79 es otra generación, sin duda. Y tiene otro carácter. Han hecho bien sus deberes, con diligencia y buena letra. Por eso se merecen estar en el examen final.

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