El Parma no hace sangre
El Atlético cae eliminado en la Copa de la UEFA, pero lava su imagen
A pesar de sentirse eliminado desde el arranque, el Atlético conservó la dignidad. Apareció por el Ennio Tardini con el espíritu adecuado, el punto de profesionalidad que exige su camiseta. Trató de sobreponerse a la cruda verdad del resultado armado de organización, riesgo y coraje. Sin demasiado fútbol, capítulo irrescatable en esta plantilla, pero lleno de determinación y vergüenza. Tuvo motivos para bajar los brazos, para resignarse al fatalismo, pero aguantó el tipo, cayó de pie. El Parma, superior se mire por donde se mire en el global, no hizo sangre. Tuvo el Parma una actitud más distante con la reunión, demasiado convencido del carácter inevitable de su clasificación. Se sabía protegido por un marcador incontestable y una diferencia de años luz en todos los aspectos con respecto a su rival, una superioridad imposible de discutir. Muy en italiano, el Parma consintió que el Atlético se hiciera con la pelota, le defendió con prepotencia y permitió que el conjunto rojiblanco se reconciliara consigo mismo, que por una vez nadie pudiera reprocharle su actitud. Fue piadoso de alguna manera el Parma, pero no hasta el punto de tolerar rasguños en el resultado y en la eliminatoria. Cedió toda la iniciativa al adversario y, eso sí, le propinó media docena de zarpazos con la suerte que más domina, el contragolpe.
PARMA 2
ATLÉTICO 1Parma: Buffon; Sartor (Mussi, m. 40), Sensini, Thuram; Fuser, Dino Baggio (Bogossian, m. 53), Fiore, Bennarrivo; Verón (Vanoli, m. 84); Chiesa y Balbo. Atlético de Madrid: Molina; Geli (Aguilera, m. 54), Santi, Chamot, Toni; Valerón, Mena, Juninho, Lardín (Serena, m. 46); Roberto y Tevenet (Torrisi, m. 66). Goles: 1-0. M. 34. Verón sirve a Balbo, que salva la salida de Molina y marca. 1-1. M. M. 62. Córner que saca Tevenet y cabecea Roberto. 2-1. M. 84. Chiesa quiebra a Torrisi y marca de tiro cruzado a media altura. Árbitro: Durkin (Reino Unido). Amonestó a Dino Baggio, Santi y Aguilera. Sólo 9.872 espectadores en el campo. El Parma jugará la final de la Copa de la UEFA el 12 de mayo en Moscú contra el Olímpico de Marsella, que empató en Bolonia, 1-1 (0-0 en la ida), con un gol de penalti del ex barcelonista Blanc, en el minuto 86. Al final hubo una pelea entre los jugadores de ambos equipos.
El Atlético reunió en la primera mitad muchas más ocasiones de las esperadas. Acarició el gol incluso en algunas (estrategia a balón parado y zapatazos de Mena, principalmente), pero se estrelló con Buffon, un portero extraordinario, y con la propia falta de pegada de los rojiblancos. El guardameta lo desvió todo, pero toleró muchas segundas oportunidades, ese tipo de acciones que han disparado muchas carreras en este deporte: la de los cazagoles, esa especie que el Atlético tiene repartida actualmente por distintos hospitales.
Sin un goleador nato, al Atlético le costó un mundo llegar al gol. Con muchas menos visitas pero bastante más veneno en ellas, el Parma se las apañó para alcanzar el descanso con mayor ventaja de la conquistada en la ida. Santi se dejó la vida para sacar un remate a placer de Chiesa, Balbo regaló dos controles sublimes que Molina desbarató a la desesperada...Y finalmente, en una contra ejemplar, limpia y directa, Verón adivinó el desmarque de Balbo y éste, tras driblar a Molina, retrató el 1-0.
Sucedió tan sólo nueve minutos después de que Lardín representara como nadie la impotencia rojiblanca ante el área de Buffon: Valerón le regaló un balón de oro y al extremo le entró miedo de gol: no disparó, se entretuvo y acabó por tirar la pelota a la basura. La acción de Lardín fue una duro golpe para el Atlético, una especie de revés definitivo, de convicción general de que el milagro ya era un imposible. Para el autor del fallo resultó peor: hundido, ya no levantó cabeza, se fue definitivamente del partido y obligó a Antic a dejarle en la ducha tras el descanso.
El Atlético siguió intentándolo desde un planteamiento coherente, sin desmelenarse, sin tirarse a un suicidio a la desesperada. Su propio planteamiento (un 4-2-3-1, con una especie de doble pivote entre Mena y Valerón) y el poco ambicioso del rival entregó el mando al Atlético, que agradeció mucho la presencia de Valerón por el medio, dirigiendo el baile desde la posición lógica, no pegado a una banda como Antic le había condenado hasta ahora.
No se encomendó a la heroica el Atlético hasta el 1-1, que llegó a balón parado, en un cabezazo de Roberto. A partir del empate, en un último sueño hacia la remontada, Antic mandó al ataque a Santi y lo situó como doble ariete junto a Roberto. Pero la medida no condujo a la gesta. Al contrario. El Parma, en un remate certero de Chiesa, dio por concluida la eliminatoria a siete minutos del final.
Por segunda vez consecutiva el Atlético se despidió de la Copa de la UEFA en semifinales y en Italia. Y como sucedió el curso pasado, el pecado lo cometió en casa, en el encuentro de ida. En la vuelta, cuando todo invitaba a su linchamiento, al menos cayó con dignidad y orgullo. De pie, suelen llamarlo.
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