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Reportaje:DESVÁN DE OFICIOSREPUJADORA DE PLATA

"Los "todo a 100" crujen a los artesanos"

Nieves Besnard, ex dependienta de un gran almacén, labra plata en Cercedilla tras su experiencia en los mercadillos

El error llevó al acierto. Un accidente seguido de un fallo médico dejó los dedos dañados a Nieves Besnard. La necesidad de rehabilitar la mano derecha llevó entonces a esta ex dependienta de El Corte Inglés a aprender las técnicas del repujado en plata. Siete años después de aquello, la terapia se ha convertido en profesión que la artesana ejerce lejos del mundanal ruido. El accidente y luego el deseo irrefrenable de ganarse la vida haciendo algo que le gustara conformaron la ruta de la plata de Nieves. Una andadura que la alejaría del gran almacén con sueldo fijo y largas horas de pie; con la voluntad y el tesón como único equipaje.

La mujer, madre de familia numerosa, empezó a repujar en su casa del barrio de La Elipa. En la cocina improvisó un taller donde manejar los buriles sobre la plata y poner en práctica las enseñanzas que recibía de su maestra, Rosalía Martín de la Fuente. Besnard comenzó a vender a los amigos sus objetos labrados. Hace casi cuatro años, una mesa y una silla plegables le ayudaron a dar el salto siguiente.

A ese par de artilugios de merienda campestre -"dos objetos de cuando yo era una señora normal"-, Nieves añadió un tapete atractivo. Cargó los trastos en el coche y, ayudada por las dos hijas, se lanzó a vender sus productos directamente en los mercadillos de la sierra. "Aquello era lo más duro. En el puesto se pasa mucho frío, o mucho calor. Además, la clientela no valora nada, menosprecia al artesano y cree que lo que vende debe ser barato. De todas formas, en los rastrillos se aprende mucho", relata.

Ahora, a los 49 años, a Nieves ya no le importa la lluvia. Ofrece sus productos a cubierto desde que, a finales del año pasado, abrió una tienda-taller en Cercedilla, una localidad serrana de 5.328 habitantes, cuyo censo se multiplica en verano y los fines de semana. "Éste es un buen emplazamiento. Viene mucha gente a pasear y mira las cosas. En Madrid ocurre al revés: vamos en coche y no vemos nada".

-¿Por eso muchos artesanos han elegido instalarse en la sierra?

-Sí. Además, los mercadillos quedan cerca y los precios de las viviendas son más asequibles que en la ciudad.

-¿Se puede vivir bien de la artesanía?

-Se vive sin hacerse rico. Pero como permite tomarse la vida como uno quiere, no se necesita más. De todas formas, falta ayuda. Los oficios manuales podrían ser un medio de vida para mucha gente si se facilitaran medios para la primera inversión.

Al igual que otros colegas, Nieves redondea los ingresos de la artesanía enseñándola. En su local de la avenida de la Sierra de Guadarrama, 14, imparte clases de repujado (8.000 pesetas al mes por dos clases semanales). Un día por semana se traslada a Madrid con el mismo objetivo. No le faltan alumnos: las manualidades están en auge. "Quizá se debe a que, como vivimos en un mundo de ordenadores, sentimos necesidad de hacer cosas con las manos; para compensar".

Plata, buril y gamuza. Sobre la mesa están colocados los tres ingredientes básicos del repujado. Nieves tiene lista una plantilla de papel vegetal con el dibujo trazado. La coloca sobre la lámina argéntea y pasa la herramienta sobre las líneas del modelo para así marcarlas en el metal. Luego da la vuelta a la pieza de plata y remarca el dibujo un poco más hacia dentro que antes.

Vuelta y vuelta. El repujado va naciendo así, como la carne poco hecha. Gamuza o metacrilato. En la primera debe apoyarse la plata cuando se trabaja del revés: entonces Nieves hiende el buril para dar volumen a la silueta. Vuelta al derecho, y, con la lámina apoyada en una plancha de metacrilato, la artesana asienta la tarea que ha hecho a la inversa. La uña -"la mejor herramienta para la plata"- ayuda a dar el redondeo final. Una mezcla de cera y resina llenará los volúmenes para protegerlos. "La técnica es casi la misma que la del cordobán ", señala Besnard.

-¿Cuáles son los motivos más difíciles?

-La expresión de las caras. A Nieves le han encargado bastantes, sobre todo de Vírgenes. Claro que, por hacer, hace de todo: rostros, cuerpos, motivos vegetales... La artesana aplica sus láminas de plata repujada a los objetos más diversos: marcos de fotos, espejos, relojes, lámparas, cuadros, cajas, escribanías, bandejas y hasta adornos para el pelo. Tal variedad permite ofrecer precios desde las 150 pesetas hasta las 150.000. La amplitud de tarifas es una de las enseñanzas que la artista aprendió en los mercadillos.

-¿Existe mucha competencia en su oficio?

-Hay bastante, pero eso es bueno. Además, al trabajar con un metal semiprecioso, evito la competencia de las tiendas de todo a 100, que crujen a los artesanos. Quienes hacen cerámica, encuadernación o trabajan la madera lo tienen mucho más difícil: es imposible competir con las importaciones.

La plata no pierde brillo.

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