La noche en blanco de los pasajeros del vuelo 659, Madrid-Asturias
74 personas pernoctan en un avión de la compañía Spanair, estacionado en Barajas, tras negarse a abandonarlo después de que se cancelara su viaje
Setenta y cuatro pasajeros pernoctaron anteanoche en un avión de Spanair en el aeropuerto de Madrid-Barajas como medida de protesta tras cancelarse su vuelo con Asturias al cabo de tres horas de esperas y demoras sucesivas. Tras una tensa negociación del pasaje con uno de sus representantes, la compañía sólo facilitó hotel a una mujer que viajaba con un bebé de nueve meses y a un anciano. Spanair aseguró que no había plazas hoteleras disponibles en Madrid y que sólo podría dar alojamiento a una parte de los viajeros en Toledo. Éstos se negaron a abandonar el aparato mientras no se les garantizara la cama y la cena.
Las azafatas decidieron voluntariamente permanecer a bordo y facilitaron agua y café. Las existencias de sandwiches no alcanzaron para todos y tampoco las mantas. Dos personas sufrieron mareos y bajadas de tensión. Un médico ovetense que se encontraba entre el pasaje, Enrique González, y otros dos facultativos del aeropuerto les atendieron.
Los usuarios, indignados, firmaron un escrito de protesta a su llegada a Asturias, a primeras horas de la mañana, y han anunciado que denunciarán el caso a los grupos parlamentarios para que el Congreso investigue.
Un portavoz de Spanair, Carlos Rueda, atribuyó la suspensión del vuelo de anteanoche a "causas operativas" [también se suspendió otro, de Iberia, con destino a Bilbao y los pasajeros fueron trasladados a la capital vizcaína en autobús]. Según la empresa, "la tripulación técnica [el piloto y el copiloto] llegó a Barajas en un avión procedente de Barcelona con mucho retraso por los slots que hay en España". "Cuando llegaron, iniciamos el embarque. Pero no dio tiempo a terminar la operación antes de que cerrara el aeropuerto de Asturias", añadió, por lo que hubo que esperar a que abriese a la mañana siguiente.
Uno de los viajeros, José Luis Iglesias, de 52 años, vicepresidente de una de las patronales asturianas del transporte, Cesintra, niega esta versión. Según él, los viajeros del vuelo 659, que debiera haber despegado de Barajas a las 21.35 horas del jueves, fueron embarcados a las 23.50 y a sabiendas de que tampoco entonces había pilotos.
"Yo recibí una llamada en el móvil", explicó, "anunciándome que había sido cancelado cuando nos estaban diciendo, casi a las doce, que embarcáramos porque íbamos a despegar. Yo exigí hablar con el comandante y no apareció. Sencillamente, porque a medianoche aún estaba volando desde Barcelona y la tripulación suplente había sido destinada a otro vuelo de Madrid a Vigo. A las 0.30 horas nos dijeron al fin que nuestro vuelo quedaba suspendido. He sentido vergüenza ajena ante una actitud tan irresponsable".
A su llegada a Asturias, a las 7.45 horas de ayer, nadie les atendió ni les facilitó transporte -el aeropuerto dista 40 kilómetros de Oviedo-, lo que acrecentó aún más el malestar contra Spanair.
El director de operaciones de la compañía, Javier Muela, aseguró, sin embargo, que "la desatención no fue total". "Los viajeros", dijo, "han alabado la actitud de las azafatas. La empresa intentó proporcionarles hotel, pero no había plazas en Madrid. Comprendo que el servicio pudo haber sido mucho mejor, pero nos hicimos cargo de todas sus necesidades mientras permanecieron en el avión".
Uno de los afectados, el médico Enrique González, declaró que el sentimiento de los viajeros a lo largo de la noche era de "indignación profunda por la falta de información y de explicaciones". "Pese a todo", comentó, "se mantuvo entre todos nosotros el ambiente cordial y distendido". En el mismo sentido se expresó el empresario José Luis Iglesias: "Estuvimos charlando y leyendo periódicos. Intentamos mantener un buen ambiente. Algunos incluso lograron dormir algo. Pero nadie se preocupó de nosotros, salvo las azafatas. Un representante de Spanair fue abucheado cuando nos exigió que desalojáramos el avión".
José Carlos Menéndez también reprochó a la compañía la falta de información: "La dirección de Spanair se portó fatal. Había una persona recién operada y no se ocupó de ella. Hubo desmayos. Menos mal que había un médico a bordo. Nos quedamos en el avión como protesta. Esto tiene que cambiar. El cliente paga por el servicio".
El avión no despegó de Barajas hasta las 6.45 horas de ayer, una vez que se reabrió el aeropuerto de Asturias. Éste sólo se halla operativo hasta las 22.30, pero, a petición de cualquier compañía, está obligado a ampliar su horario hasta las 0.30.
Anteayer, dos empresas pidieron esa prórroga: Iberia y Spanair. Culminada la obligatoria, la permanencia de los trabajadores en sus puestos es voluntaria, recordó el director de la instalación, Lázaro Trilleros.
Aunque en otras ocasiones el personal de control de vuelo accede a mantener abiertas las pistas más allá de esa hora, esta vez el de guardia se acogió a los términos de su convenio. "El personal nunca pone inconvenientes para ampliaciones superiores a dos horas. La persona que ayer no tuvo esa voluntariedad para esperar hasta la una de la madrugada fue la de control aéreo", informó Trilleros.
Un vuelo de Aviaco que debiera haber partido de Barcelona con destino a Asturias también fue cancelado por esa razón, pero sus ocupantes tuvieron más suerte y fueron alojados en un hotel de Salou. Aun así, también expresaron su malestar a su llegada al mediodía de ayer.
El presidente del Principado, Sergio Marqués, dirigió una carta ayer mismo al ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, para exigir explicaciones sobre las demoras y medidas para evitarlas.
Finalmente, Spanair anunció que devolverá el importe de los billetes a los usuarios del azaroso vuelo 659.
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