La policía lanza un plan de seguridad especial en Chueca por el aumento de robos
La plaza de Chueca, corazón del San Francisco madrileño, tiembla cada noche desde primeros de año. Los comerciantes y vecinos de la zona denuncian que, al caer el sol, una multitud de ladrones y tironeros se adueña del lugar y lo transforma en su centro de operaciones. Turistas, tenderos y transeúntes son sus víctimas. La policía reconoce que ha aumentado "considerablemente" la delincuencia y ha establecido un servicio especial de vigilancia. Los delincuentes arribaron a Chueca después de ser desplazados por la policía de la Gran Vía y sus aledaños.
El tejido comercial de la zona se había regenerado en los últimos tres años con el asentamiento del colectivo homosexual. Pero ahora, los vecinos y comerciantes del barrio temen que, con el aumento de delitos, la zona vuelva a degradarse y se torne un lugra peligroso. "Al atracar llegan a propinar palizas a sus víctimas", señaló un miembro de la Asociación de Empresarios de Chueca, que no quiso dar su nombre por miedo a represalias. Los ladrones, siempre según esta versión, asaltan en grupo y se ensañan con sus víctimas, les dan patadas en el suelo, puñetazos y hasta algún navajazo.La policía, que confirma esta espiral de violencia (en menos de un mes se han registrado 35 asaltos en la plaza), ha organizado un dispositivo especial para tratar de controlar la situación. "Sobre todo han aumentado los pequeños hurtos y sirlas (asaltos con navajas)", reconoce un portavoz policial.
Entre los refuerzos se encuentran 10 policías de barrio, que desde el pasado lunes patrullan de madrugada la plaza. Pero a veces no bastan. El martes, los antidisturbios intervinieron en la plaza. "Le piden la documentación a los tipos éstos y se van sin más. Los policías dicen que no les pueden echar porque están en la calle", afirma la propietaria de un establecimiento de la plaza, miembro de la Asociación de Comerciantes de Chueca, quien insistió en su miedo a que este aumento de delitos repercuta negativamente en su negocio.
Un asalto tras otro
Ayer mismo, tres jóvenes robaron la droguería de la plaza. El propietario del comercio explicó: "Han entrado tres chicos de unos 16 y 17 años y me han quitado todo el dinero de la caja. Ya estaba alertado, pero...". La semana pasada se cometieron otros tres asaltos. Un comerciante oriental, tras ser desvalijado, se fue en busca de los ladrones. Al encontrarles en la plaza les recriminó el robo. La respuesta fue una brutal paliza. El Samur le trasladó al hospital con varias lesiones.Los vecinos y comerciantes culpan a un grupo de unas 20 personas del aumento de la delincuencia. "La plaza es su centro de reunión. Aquí se emborrachan durante todo el día y trafican con hachís. Luego se marchan en grupos a atracar y robar. Su zona de actuación es el distrito de Centro, y su objetivo fundamental, los turistas", comentó el camarero de un bar de copas de la plaza.
"Hace un mes atracaron a dos japoneses. Sin dirigirles la palabra, les comenzaron a pegar, incluso cuando estaban tirados. Les quitaron una cámara de fotos y todos los dólares que llevaban para el viaje", aseguró el camarero.
El grupo de presuntos delincuentes tiene un jefe, que supuestamente es el importador mayoritario de droga. "Varios jóvenes trabajan para él. Cuando se enfada con ellos les pega", explica la dueña de un bar.
Peleas y miedo
Los presuntos delincuentes se pelean entre ellos y asustan a los clientes. "El sábado pasado se tiraron sillas y mesas, se cargaron la luna de un coche de un botellazo y la plaza, repleta de clientes, quedó vacía", explicó la propietaria de un bar de copas.En otra ocasión, tres chicas fueron agredidas y robadas, según la policía. "Sufrieron una paliza terrible y encima las quitaron el bolso", detalla el empleado de un bar. "Este lugar hace cinco o seis años estaba tomado por los toxicómanos", cuenta otro comerciante de la zona. "Con la llegada del movimiento gay, la plaza se regeneró y la zona volvió a resplendecer. Pero la violencia y el miedo han vuelto a la plaza desde finales de año. Este grupo de ladrones roba y atraca a su antojo", afirma otro empresario.
Los delincuentes trafican con hachís. "Guardan la droga en el hueco de un árbol y bajo el quiosco de prensa de la plaza. Lo veo cada día.
La policía les registra, pero como no les encuenta nada de droga encima, les deja marchar sin más", dice una camarera.Hace menos de un mes el portero de un pub impidió el paso a cinco de los presuntos delincuentes. "Estaban completamente borrachos y nos tacaron", señaló. El personal del bar echó el cierre y se atrincheró en el interior hasta que se fueron. Ya entrada la madrugada.
"No hay nada en el coche, ya lo han robado"
"No tengo nada dentro. No me roben. Puerta abierta". Éste era el mensaje del cartel colocado en un coche estacionado en la calle de Pelayo, paralela a la plaza de Chueca. Su propietario, Emilio Franco, camarero de 46 años, aseguraba que le han abierto el coche seis veces: "Es de risa, verdad, pero no tengo más remedio que poner este letrero para que me dejen de robar. Les da igual, porque me lo siguen abriendo, pero ahora por lo menos no me rompen la cerradura o un cristal".En un Renault 19 de color blanco que suele estar estacionado en la calle de Augusto Figueroa se leía un mensaje similar al de Franco. "¡Soy un currante. No me quiten nada más".
Andrea, propietaria de un Volkswagen Polo, ha escrito otro cartel para advertir a los ladrones de que su esfuerzo puede ser en vano: "No hay nada en el coche, ya lo han robado todo". Andrea explica que le han abierto el coche "siete veces". "Siempre me abren la parte delantera forzando la cerradura", añade la mujer.
En los últimos días se ha puesto de moda un nuevo método de robo en el barrio. Los cacos golpean los laterales de la puerta del maletero hasta reventar la cerradura. "Lo peor es la faena que te hacen, puesto que dejan la puerta rota", dice Alicia, a la que la semana pasada abrieron un Peugeot y le robaron dos guías y una caja de dulces.
"Se está deteriorando el barrio por unos niñatos. A plena luz del día intentan robar coches y motos con todo el descaro y vuelven a intentarlo al día siguiente. Los vemos a diario y la policía no hace nada", dice uno de los vecinos de la plaza de Chueca.
José Andrés vive en la calle de San Bartolomé y muchas noches le despierta el ruido de la rotura de un cristal. "Cuando siento el estruendo ya sé lo que pasa, han abierto otro coche con un golpe de martillo o de una pedrada. Cada día caen uno o dos. Otras noches escucho carreras y gritos por un tirón o un atraco".
También los negocios de la plaza de Chueca, la mayoría orientados a clientela gay, sufren los robos.
"Nuestro paraíso está en peligro. La policía debe de tomar medidas para evitar el deterioro de la zona", dice uno de los comerciantes.
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