El cambio al euro disparará el uso del dinero de plástico
El dinero de plástico, el pago con tarjetas, tendrá un auge espectacular, según los expertos, durante los meses de adaptación al euro. Pagar con dos tipos de monedas y billetes será un pequeño quebradero de cabeza mucho más llevadero si la transformación de una a otra moneda la hace la máquina registradora de la tienda y la carga a la cuenta del banco. Esta expectativa, unida al reciente crecimiento de los pagos con tarjeta (del 25% en el último año, según los datos de la AEB), anima a ambas partes a llegar a un acuerdo.Pero, pese al crecimiento de los últimos años, sólo el 7,9% del consumo en España el año pasado se pagó con tarjeta, unos cuatro billones de pesetas. Sigue siendo mucho más habitual (12 billones de pesetas en 1998) sacar dinero del cajero y comprar luego.
Los representantes de las tarjetas ofrecerán las próximas semanas a los de los comerciantes que las rebajas de las comisiones se apliquen sólo sobre los incrementos de operaciones con tarjeta en cada comercio. Por ejemplo, si ahora ese comercio soporta un 3,5% de comisión y factura con tarjeta 100 millones de pesetas al año, de 100 a 200 soportará el 3%, y desde 300 millones el 2,5%.
Riesgos
Los representantes de las tarjetas subrayan los beneficios que los comerciantes tienen por utilizarlas. Mantienen que reducen el riesgo de pequeños hurtos de efectivo por parte de los dependientes así como el riesgo de tenencia y traslado del efectivo desde el comercio hasta el banco. Además, los TPV instalados en los comercios facilitan un resumen diario de los ingresos.Descartan, en todo caso, que las rebajas de las comisiones permitan equipararlas a las de las grandes superficies. Por dos motivos: éstas aportan sus propios TPV y pretender la comisión más baja equivaldría a pedir, en cualquier banco, que te den un préstamo al tipo de interés preferencial, el de los mejores clientes. Aunque, por ejemplo, todas las zapaterías intentaran negociar una comisión a la baja, la reducción no sería equivalente porque en las grandes superficies todo va a una cuenta. Además, ningún proveedor de minorista le aplica los mismos precios que a un mayorista. Ni el margen que ambos trasladan a sus clientes es comparable.
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