Monólogo explicativo
Tengamos el sexo en paz De Jacobo y Dario Fo, y Franca Rame, en versión de Carla Matteini. Intérprete, Charo López. Dirección, José Carlos Plaza. Teatro Olympia. Valencia, 7 de abril.Charo López, la que fuera musa de Gonzalo Suárez en las primeras aventuras cinematográficas de la Escuela de Barcelona, dosifica sus apariciones sobre el escenario, pero por amor al texto lleva más de dos años en gira perpetua con esta obra, nacida de un ensayo humorístico de Jacobo Fo y adaptada para el teatro por su padre, el Nobel Darío Fo, con la colaboración de Franca Rame, quien seguramente aporta el toque feminista y que interpretó en Italia el papel que ahora lleva Charo López. Esta especie de conferencia ilustrada donde la protagonista va perdiendo toda reverencia académica para soltarse con vehemencia en los pormenores de esa clase de interrogantes sobre el sexo que van de lo solemne a lo chusco, con abundancia de bromas sobre algunas actitudes progresistas de los años setenta, resulta probablemente escandalosa para los que quieren saber lo justito sobre el tema y algo cándida para quienes creen estar al cabo de la calle. En cualquier caso, la soflama liberadora, que consiste sobre todo en defender la actitud de que todo puede preguntarse, puesto que todo puede responderse, queda tal vez algo anticuada, ya que no parece que la liberación por la práctica del sexo figure todavía en la agenda de urgencias de buena parte del público maduro ni, desde luego, del público más joven, pese a que se rían aquí las ocurrencias vertidas con ese humor disparatado y certero que caracteriza otros textos en los que ha intervenido Darío Fo. Charo López, con unos registros de voz que concuerdan en todo con la evolución de su figura, se entrega y se divierte con una obra que resulta a todas luces de su gusto, en una puesta en escena de José Carlos Plaza por completo al servicio de la actriz. Risas y algo de morbo, agudeza y un cierto desfase. ¿A alguna de las jóvenes presentes en la sala le interesa saber a estas alturas qué demonios era aquello del punto G? Pues eso.
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