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"Brundibár": una lección contra la intolerancia

VIENE DE LA PÁGINA 1 "Escuchar Brundibár me despierta emociones muy fuertes, porque yo formé parte del coro que cantó las 55 representaciones que se hicieron en el campo de concentración de Terezin. Pero, al margen de esto y como profesional del mundo de la ópera estoy muy interesada en este proyecto", explicó ayer Eva Herrmannová. Brundibár no es sólo el título de una ópera, es también el nombre de un proyecto para introducir a los niños catalanes de una forma activa en el mundo de la ópera, que impulsan conjuntamente el Liceo a través de su servicio educativo y el Instituto de Educación del Ayuntamiento de Barcelona. Los niños que ayer cantaron Brundibár en el Mercat de les Flors y los que acudieron a la primera función a escucharla como público no sólo se enriquecieron culturalmente, sino que también lo hicieron como seres humanos con la presencia junto a ellos de Eva Herrmannová y de lo que su experiencia significa como lección contra la intolerancia. Cuando Eva Herrmannová salió del campo de concentración de Terezin, decidió estudiar música y después de 30 años consagrados al mundo de la lírica, en 1991 el Gobierno checo la nombró directora artística del Teatro Nacional de Ópera de Praga. "Fui la primera mujer que ocupó el cargo", dice orgullosa. Poco antes de retirarse, en 1995, fundó la asociación de amigos de la Ópera Nacional de su país. Su experiencia cantando Brundibár en el campo de concentración no fue el desencadenante que la llevó a dedicarse profesionalmente al mundo de la lírica -"mi madre era cantante y en mi familia había mucha afición a la música", explica-, pero sí fue en Terezin donde por primera vez en su vida cantó formando parte de un coro. "Allí se organizaban conciertos y representaciones operísticas, de hecho había una notable actividad artística que al principio estaba prohibida. Los instrumentos musicales, las partituras y los libros eran introducidos furtivamente. Pero después, los jefes del campo, viendo que podían aprovechar todo aquello de forma propagandística, empezaron a tolerarla e incluso filmaron una película, El Führer dona una ciudad a los judíos. Se llegó a un punto en que incluso lo fomentaban. Creo que nos dejaban cantar porque sabían que después de aquello nos llegaría el exterminio". Herrmannová estaba en Terezin con sus abuelos paternos. Su padre, judío, se libró del campo de concentración porque estaba casado con una austriaca. "Ni para mí ni para ninguno de los que estábamos allí cantar era una diversión, pero pronto comprendimos que era una forma de olvidar. La gente moría de hambre a causa de epidemias porque había muchas enfermedades o eran conducidos a Auschwitz y acababan sus días en una cámara de gas. Nos hacían trabajar duro y cuando terminábamos estábamos muy cansados, pero íbamos a los ensayos porque para nosotros era una necesidad". El compositor Hans Krása (1899-1944) escribió Brundibár para un concurso organizado por el Ministerio de Cultura que nunca se llegó a fallar a causa de la ocupación alemana del Checoslovaquia. El estreno de la obra se preparó en el orfanato de niños judíos de Praga, que la representaron en tres ocasiones en 1941. Cuando el director del centro fue deportado a Terezin junto con huérfanos, se llevó la partitura para piano escondida entre su ropa y le pidió a Krása, también recluido en el campo de concentración, que la reescribiera. "Hacíamos las representaciones en habitaciones y buhardillas; no eran espacios adecuados para interpretar música y no teníamos medios, pero sí mucha imaginación. Las funciones siempre se llenaban. Para la gente era muy importante aquella actividad cultural porque suponía tener una especie de vida social. Todos nos enriquecíamos y muchos artistas pudieron crear allí sus últimas obras antes de ser conducidos a Auschwitz, como le ocurrió al compositor de la ópera". Eva Herrmannová considera que Brundibár es una buena obra musical. "Nunca llegué a pensar que alcanzara las dimensiones que está teniendo. Se están haciendo montajes de la obra en Oslo, París, diversas ciudades alemanas y Barcelona, que permiten hacer que perviva la memoria de todos los que estuvimos en Terezin. Para los niños que ahora la ven es un impacto más grande que cualquier lección de historia". Herrmannová ha visto bastantes representaciones de Brundibár en los 54 años que han pasado desde que fue liberada del campo de concentración. "Cada montaje es diferente, pero el Brundibár de Barcelona me ha impresionado mucho por el hecho de incluir en el obra a tantos niños y que se haya pensado como una manera de acercar a los escolares al mundo de la ópera. En una época en la que todo se hace pensando en los medios de comunicación de masas, una iniciativa como ésta adquiere gran importancia. Con tantos niños ensayando e interpretando la obra tienen que acabar haciéndola suya", asegura. En el montaje del Mercat de les Flors participan un millar de escolares catalanes que, al margen de los solistas y el coro de escena, forman un gigantesco coro complementario que dividido en grupos va subiendo al escenario en cada una de las ocho representaciones previstas, desde el pasado jueves y hasta mañana domingo. Ellos cantan al final el himno de la victoria que empieza así: "Brundibár ha perdido, el pueblo ha vencido. Vamos, nos hemos ganado nuestra libertad". "En Terezin este coro lo cantaba todo el público", recuerda Eva Herrmannová y lo de "Brundibár ha perdido..." se cantaba con toda el alma. Se creaba una gran complicidad porque nuestra única esperanza era que Hitler fuera vencido y que nosotros pudiéramos ganar. Sólo eso nos salvaba de volvernos locos, por eso cantábamos con tanta fuerza y con toda nuestra alma".

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