Más golpes da la vida
La ciudad de Cádiz homenajea a Kid Betún, ex campeón de boxeo de Andalucía y limpiabotas
Los golpes más fuertes que ha recibido José Luis Ramos Chaves durante toda su vida se los han dado siempre fuera del cuadrilatero. El púgil, gaditano de 53 años, llegó a ser campeón de los pesos Gallo de Andalucía en 1971, ya investido con el apodo de Kid Betún, porque esa ha sido y es hoy la profesión que le da de comer: limpiabotas. "Desde luego, siempre duelen más los que te va dando la vida y la familia", sostiene Kid, quien después de dos décadas esperándolo tendrá su homenaje el próximo nueve de abril en la Sala Anfiteatro de Cádiz, en donde pelearán las selecciones andaluza y española. Todas las instituciones van a colaborar para que ese día recupere la gloria y se embolse una buena recaudación. Émulo de Rocky Marciano, se hizo boxeador a los 12 años para pegarle a su padre. "Nos maltrataba a mí y a mi madre". Un día lo vio amenazarla con un cuchillo. Le devolvió el golpe delante del puesto de frutas de Juan Soriano, que después sería su entrenador, con quien colaboraba acarreando algunas cajas. "Juan vio que tenía mano", recuerda, "aunque nunca llegué a vivir de este deporte. Siempre he tenido que ir con la caja a todos lados: sacaba tres duros al día". Perfeccionó su estilo en el Frente de Juventudes, en los ratos que le dejaba libre su oficio. Al término de la jornada, acudía al Cuartel de Infantería a pedir comida para la familia. Sus recuerdos boxísticos están siempre mezclados con dolencias personales: es padre de cuatro hijos de dos mujeres distintas. Vive solo. En la década de los 60, el boxeo tuvo cierto predicamento en Cádiz. Las veladas se celebraban regularmente: Cine España, Cine Maravillas, Estadio Carranza, Pabellón Fernando Portillo. Crespo, Gómez, Arauz, Juan Francisco Rodríguez... De la retahíla de contrincantes sólo del último recuerda nombres y apellidos: "Es el que me ha dado más fuerte. Él era campeón olímpico y me dio dos palizas de escándalo. Fue una de las pocas veces que mi entrenador arrojó la toalla". Hoy, pese a su artrosis, su asma bronquial y sus ataques epilépticos, Kid no arroja la toalla. Al contrario, le sigue ganando asaltos al día a día: ha dejado de beber y de fumar, sin ayuda, "con mucha voluntad" y celebra encontrarse "mejor que nunca". Incluso ensaya un movimiento de piernas. "Yo tenía un buen juego de pies, pero más que técnico era fajador, me iba bien en el cuerpo a cuerpo y, más que un golpe definitivo, era un buen encajador". Como en la vida misma. Transcurrido el tiempo, el ex Campeón de Andalucía elude hablar de las cuestiones más sórdidas que presumiblemente rodean a este deporte. Lo que le pagaron por cada combate, lo que observó en los vestuarios y lo que intuyó; los tongos que pudo presenciar, y las trampas que se sucedieron a su alrededor son secretos que se llevará a la tumba. "De esto sólo se podía medio vivir en Madrid o en Barcelona, aquí no, desde luego". En 1971 deja la caja de betunero por primera vez y se marcha a Dormunt . Allí trabaja durante un año en las minas de carbón. Los alemanes le permiten librar dos días a la semana para entrenarse. "Allí empleaban otras técnicas y tenían otros medios, pero los golpes eran iguales en todos los lados". Un año después, no sabe bien cómo, terminó en el Consulado español en Nueva York limpiando zapatos. "Allí sí que se vivía bien". Pero volvió a Cádiz donde se ha quedado definitivamente. Hoy vive de una pensión no contributiva
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