ADARES, EL POETA EN LA CALLE

Al borde de cumplir los 77 años, Remigio González Adares ha señalado que "mi tumba está ya hecha", al hilo de su libro titulado Mi barca está ya hecha, cuya reedición ha arropado el homenaje que le ha tributado la Sociedad de Estudios Literarios y Humanísticos en la Casa de las Conchas. El joven poeta Raúl Vacas, editor del libro, ha destacado que "el proceso creativo de Adares es casi a bocajarro", por la espontaneidad y fuerza de su aportación poética. Adares es, sobre todo, un poeta en la calle, porque desde hace una veintena de años tiene abierta su tienda a todos los vientos en las escalerillas de la plaza del Corrillo, que él define como "mi situación y mi postura", a la vera de la plaza Mayor salmantina. Extiende allí sus 26 libros, y su peculiar figura de barba blanca y la gorra de visera tendida sobre los ojos todavía traviesos enternece a unos y entretiene a otros, aunque sólo unos pocos compran sus versos de Me enamoré sin permiso o de la antología Me atrevo a ser palabra. Aníbal Núñez ya calificó la obra del viejo poeta como "una bomba que explota cuando menos lo esperas y puede rociarnos de belleza". Mientras prepara la edición de Carta de París, uno de sus 10 poemarios inéditos, Adares no ha eludido señalar que considera cercano su final y ha hecho público el que será su epitafio: "Nací y he muerto. / Dos oficios en uno dejo hechos. / Silencio, ahora, piden mis huesos".-