"Me gusta utilizar la pintura para contar historias y para emocionar"
José Ibarrola (1955), pintor, ilustrador y escenógrafo, es un contador de historias con imágenes que ha elegido ser un corredor de fondo sin meta que alcanzar. Está convencido de que, quizá porque se está haciendo mayor, su mejor herramienta es la tranquilidad. La calma no le impide, sin embargo, ser un artista prolífico. Actualmente las pantallas exhiben su trabajo de director artístico en la película Pecata minuta, al tiempo que muestra 50 obras de pintura y dibujos en el Museo de Arte e Historia de Durango. Con esa paz que disfruta, pero sin parar, prepara ya su próxima exposición en Bilbao en el 2000 y dos escenografías para sendas obras de teatro. "Quiero contar historias con sinceridad y transmitiendo emociones". "Huyo del mundo de la pintura que obliga al reciclaje. Por eso he buscado mi propio camino fuera de las sendas transitadas. Hago una pintura figurativa y narrativa. Reivindico lo narrativo porque ha habido una tendencia a desechar todo aquello que sonara a literatura. Y a mí me gusta mucho utilizar la pintura no como un medio en sí mismo, sino para transmitir". Momentos mágicos En la exposición del museo de Arte e Historia de Durango trata de reflejar su percepción del universo de la mujer y del mundo de la soledad mezclando ambos. Y es que cree que en lo femenino está aquello que él más ama de la soledad. "Esta pintura surge desde mi experiencia como escenógrafo. Hay un momento absolutamente mágico, que es el previo al estreno. Los actores se ensimisman hasta extremos mágicos, están en otro mundo. Y descubro que en eso consiste la soledad gozosa. El no pensar en nada, en sentirte a ti mismo". A José Ibarrola le atraía describir ese mundo de la soledad de la mujer. No una mujer triste y abandonada, sino una mujer actual, activa y comprometida, pero que preserva su sensibilidad. "Las mujeres poseen una carga de profundidad mucho más intensa que, en general, los hombres. Quería describir ese mundo de la soledad pero no en primera persona, sino utilizando a la la mujer. Los hombres tenemos que asumir ese universo, esa sensibilidad". Sus palabras atrapan el ideal de sus pensamientos. Sin embargo, reconoce que es teoría y que él pinta imágenes. Y no siempre el espectador lo comprende. "Yo lo que busco es que la gente tenga sensaciones y que me entienda. Hay una parte de vanidad, pero tampoco es fundamental. Yo empecé pintando abstracción. Como hijo de pintor, accedí muy rápidamente al mundo de las vanguardias artísticas y por lo tanto al mundo de la abstracción. Era un momento en el que no había que narrar nada y no importaba que interesara a nadie. Estuve durante muchos años viviendo cómodamente en ese espacio hasta que entré en crisis y me descubrí haciendo decoración con pretensiones intelectuales". El placer de ser pintor Dejó de lado los pinceles y los colores y pasó ocho años dedicándose al cómic, a la ilustración y al cine. En el fondo, a hacer imágenes. Pero "uno es lo que es" y José Ibarrola regresó hace cinco años a una pintura figurativa, a lo que él llama reencontrarse con el oficio, al placer de ser pintor. Como persigue las imágenes no renunciará nunca a otros campos artísticos. Así, acaba de concluir su trabajo como director artístico en la película Pecata minuta y se ha vuelto a emocionar; a engancharse incluso, a pesar de las reservas primeras. "He vivido momentos mágicos, como el encuentro con una vieja iglesia de un viejo convento derruido. Fue como un pálpito. Un arco con figuritas, totalmente comido por raíces. Lo que cualquier escenógrafo querría encontrar". José Ibarrola sabe que vive un momento privilegiado y no quiere necesitar hacer ni cine ni nada que le encadene. El cupo de vanidad lo tiene cubierto.
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