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Sucesos

DE PASADABasta con levantar una punta de la alfombra que guarda las pelusas secretas del Ayuntamiento de Granada para que aparezcan nuevas y sorprendentes revelaciones. La última, las 25 llamadas que hizo desde su teléfono celular la secretaria del alcalde, Concepción Pedrinaci, durante el mes de vacaciones del pasado verano. En total, las llamadas han supuesto 70.000 pesetas que Pedrinaci ha tenido que reembolsar de su bolsillo después de que Díaz Berbel rechazara la factura. En los ayuntamientos ordinarios tales llamadas se hacen a una línea erótica o al despacho de un adivino. Pero aquí, como sobra la originalidad, se han efectuado a Cuba. ¡Todas! Sostiene la secretaria del alcalde que no llamó por capricho al feudo de Fidel Castro, sino que telefoneó para aclarar asuntos oficiales entre el municipio y el Ministerio de Cultura cubano. Lo extraño no son las 70.000 pesetas de teléfono cargadas en la cuenta del Ayuntamiento sino, si hemos de creer a Pedrinaci, las amistosas y constantes relaciones que el equipo que comanda Díaz Berbel mantiene con la isla y con los ministros y altos cargos de La Habana. ¡Ni que fuera Manuel Fraga! Las relaciones diplomáticas las puede utilizar ventajosamente el enemigo y las del Ayuntamiento de Granada son una tentación: desde Arabia Saudí a Cuba, pasando por el Japón. No hay ninguna tarea, por trivial que sea, que no esté expuesta al riesgo. Vean sino la reseña de sucesos que este año acompaña a las procesiones de Semana Santa: escape de gas en Sevilla, varios heridos en Málaga, lanzamientos de bolsas de agua en Granada... En Málaga en concreto, los devotos de Jesús Cautivo confundieron el reventón de una bolsa de agua que un desaprensivo tiró desde un balcón con el comienzo de un tiroteo. ¿Un tiroteo en una procesión? Sí señor, lo que oye. Pues parece un suceso de novela negra, en concreto de Chester Himes. Pues sí, eso mismo he dicho yo. En Granada lanzaron una botella de horchata contra la fachada de una iglesia y otra de agua contra la imagen de un Cristo. El gamberro de Semana Santa es un tipo de alborotador digno de desprecio que, para colmo, tiene que concentrar sus desaguisados en siete días. A un inglés de 34 años, O. T., la policía de Nerja lo encontró hecho un cristo, atado a una farola con cintas adhesivas. Vestía un liguero, un sujetador y estaba maquillado. Sus amigos dijeron a los agentes que era una broma de despedida de soltero, aunque parecía una emulación burlesca y cruel de una pasión. ¡Vaya semana! ALEJANDRO V. GARCÍA

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