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"The last concert"

El mundo de ayer de Barcelona cerró otro de sus capítulos con el último concierto matinal de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) en el Palau de la Música. Sin director, con el concertino Ángel Jesús García marcando la pauta, la orquesta ofreció fuera de programa la sardana de concierto Sol ixent, de Eduard Toldrà, para agradecer a los filarmónicos de los domingos su apoyo incondicional durante los últimos 55 años. La luz malva que se colaba por las altas vidrieras del edificio de Domènech i Montaner tiñó de nostalgia un pedazo de historia de la ciudad, confiada ya a la memoria colectiva tras la apertura del Auditori. Fue un concierto de alta graduación emotiva. La señora del primer palco de platea, a la izquierda según se mira al escenario desde la entrada, estuvo dudando hasta última hora si acudir o no. Al final se armó de valor y fue. "Yo ya venía los domingos por la mañana cuando Toldrà era titular de la orquesta. Este concierto es muy triste para mí. No sé si el Auditori me gustará o no, aún no he estado allí. De momento me gusta más el Palau, y aquí ya no voy a volver para un concierto matinal de la orquesta de la ciudad". Pero el primer concierto matinal de la Orquesta Municipal de Barcelona, dirigida por el compositor de El giravolt de maig, no fue en el Palau de la Música, sino en el teatro Olimpia, el 2 de abril de 1944, dos días después de su debut absoluto. El programa estuvo integrado por la sexta sinfonía de Beethoven; el Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy; dos danzas de El sombrero de tres picos, de Falla, y el preludio de Los maestros cantores de Núremberg, de Wagner. La orquesta acudió al Palau el 16 de abril -en la primera época las matinales eran quincenales-, en aquella ocasión para ofrecer la obertura de Euryanthe, de Weber; un concerto grosso de Händel; la obertura de Rosamunda, de Schubert, y Las travesuras de Till Eulenspiegel, de Strauss. Precio de la entrada: general, una peseta; el resto, tres pesetas. Ayer, día de despedida, se ofreció un programa que a Toldrà no le hubiera gustado nada: el Capricho brillante sobre la jota aragonesa, de Glinka; el Concierto para piano y orquesta número 3 de Rachmáninov, y la Sinfonía número 2, "Pequeña Rusia", de Chaikovski. No hay constancia de qué pensaba Toldrà de Glinka, padre de la música nacional rusa. Sí se conoce su opinión sobre Rachmáninov y Chaikovski. PASA A LA PÁGINA 8

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La OBC se despidió ayer de la luz malva de las matinales

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