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Portland: el peligro en la mirada

Arvidas Sabonis es la estrella del equipo de Oregón, con 12 puntos y nueve rebotes de media en 29 minutos por partido

Todos los observadores intuían, al inicio de esta minitemporada de la NBA, el tremendo potencial de los Portland Trail Blazers. Muy pocos, sin embargo, sospechaban la enorme capacidad del entrenador Mike Dunleavy en el manejo de los egos de 10 extraordinarios jugadores. Sobre todo el de alguno de ellos tan poco convencional como el base Isiah Rider, un soberbio jugador de baloncesto pero extremadamente petulante y con una vertiginosa tendencia al desequilibrio personal. El prototipo de atleta capaz de provocar la alienación colectiva de sus compañeros de equipo, de los directivos de su club y hasta de sus propios aficionados.Llegado ya el ecuador de la temporada en la NBA, ningún equipo está por encima de Portland. El equipo de Oregón ha demostrado ser un grupo extremadamente talentoso dotado con un potencial increíble: 10 grandes jugadores que forman, al día de hoy, el mejor equipo en la Liga.

Los Blazers han sido -históricamente- un equipo lleno de talento en todos los frentes: tanto en la cancha de juego como en los despachos. Un club rico ubicado en la ciudad más provinciana de todo el país y que, en los últimos años, ha contado con jugadores del calibre de Damon Stoudmaire, Greg Anthony, Brian Grant, Rasheed Wallace o un Arvidas Sabonis que está jugando a un altísimo nivel (12 puntos y 9 rebotes de media en 29 minutos por partido), demostrando que, de no haber sufrido dos graves lesiones al inicio de su carrera, el jugador lituano estaría situado en el Olimpo de los mejores pivotes de la NBA. Todos ellos han venido formando la base de un conjunto muy potente, pero con una incapacidad para llegar a lo más alto.

Portland tiene un propietario -el billonario genio de la informática, Paul Allen- que no parpadea a la hora de autorizar una de las nóminas más elevadas de toda la Liga: 54 millones de dólares. Al frente de la operativa diaria se encuentra el presidente ejecutivo, Bob Whitsitt, que está considerado, sin discusión, uno de los mejores de toda la NBA. De la mano de Whitsitt han llegado a Portland jugadores del calibre de Anthony o Jimmy Jackson, ambos al módico precio conjunto de 400 millones de pesetas. Toda una ganga.

De modo que los Blazers, con 10 jugadores prodigiosos a disposición de su técnico, forman uno de los equipos más versátiles de toda la Liga: pueden jugar con tres hombres altos, actuar con tres pequeños; correr o jugar pausado en ataque; presionar todo el campo o buscar el 2 contra 1 en defensa. Una prueba evidente del equilibrio de este equipo: siete jugadores diferentes han anotado, al menos, 21 puntos en algún partido de esta temporada. Desde el punto de vista psicológico, la gran cualidad de Mike Dunleavy es haber sido capaz de hacer que cada uno de sus jugadores tenga muy claro cuál es su papel dentro del equipo. Desde el punto de vista táctico, la excelente defensa de Portland -diseñada por los técnicos ayudantes Bill Musselmann y Jim Eyen- es muy efectiva y esconde los problemas de velocidad y lateralidad que Arvidas Sabonis tiene en defensa.

Las únicas sombras de duda que presenta este equipo se relacionan con la aceptación que cada jugador -sobre todo los más capacitados- tenga de su espacio dentro del equipo. Hombres de nivel All-Star como Wallace, Stoudmaire y, sobre todo, el impredecible Isiah Easy Rider pueden resistirse a aceptar de buen grado sus porcentajes de minutos. Como dice el presidente Bob Whitsitt: "El peligro oculto de este equipo puede estar en las miradas". Y es que algunos cruces de miradas entre jugadores que son sustituidos y su técnico son de los que inducirían a pensar que la química del equipo está a punto de explotar. Sin embargo, el técnico tiene el bastón de mando en términos de asignación de minutos. Y si Dunleavy quiere que su equipo llegue muy alto, no debería dudar en hacer uso de ese bastón, si fuera necesario.

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