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El caos en la venta de entradas empaña el éxito del Auditori

Localidades fantasma, filas inexistentes y entradas que llegan tarde. Los primeros días de funcionamiento del Auditori de Barcelona, inaugurado el pasado lunes con la presencia de los Reyes, se cuentan tanto por los comentarios laudatorios por la sonoridad y el espacio como por las críticas negativas por el funcionamiento. Sobre todo en lo que concierne a las entradas. El aforo previsto en los planos originales no se corresponde con el número final de butacas.

En el concierto de la cantante norteamericana Jessye Norman, el pasado jueves, las entradas vendidas por teléfono por la promotora, Ibercàmera, llegaron sólo 10 minutos antes del inicio de la actuación y ésta tuvo que retrasarse media hora. En los momentos previos al recital hubo escenas de nerviosismo que desembocaron, según testigos presenciales, en los llantos de las taquilleras, que tenían que repartir las localidades de una en una, y algún que otro desmayo entre los asistentes, que aguardaban sus localidades con impaciencia y empujones. Los responsables del Auditori declinaron mediante un comunicado cualquier responsabilidad en los incidentes. Los de Ibercàmera reconocieron ayer que cometieron un "error de organización". Ibercàmera gestiona sus entradas mediante un servicio telefónico y sus clientes tienen que recoger sus localidades antes del concierto. Sus responsables admitieron que tuvieron que atender a un volumen muy elevado de gente y que se vieron desbordados. A pesar de ello, manifestaron también que si las puertas del recinto se hubieran abierto antes, no se habría producido un alboroto que algunos asistentes califican de "escandaloso". El miércoles, en el concierto del compositor Michael Nyman, que no fue organizado por Ibercàmera, también hubo problemas. Una pareja de espectadores que llamó a este periódico para expresar su queja aseguró que la acomodadora le comunicó que tenía entradas fantasma. Es decir, que las entradas que había adquirido mediante el servicio de Tel-entradas, de Caixa de Catalunya, no existían. La fila 14 es la 15 ¿Dónde está el secreto? El Auditori ha estado vendiendo las localidades por anticipado a partir de los planos del arquitecto, Rafael Moneo, y no a partir del número real de butacas que se han instalado finalmente en la sala. La realidad del espacio no concordaba con su proyección hecha por ordenador y se tuvieron que eliminar algunas de las localidades previstas y reubicar otras. Si en los palcos del primer y el segundo piso tenía que haber cuatro filas de butacas, sólo se pudieron colocar tres. Vista la reducción del aforo, se han tenido que añadir sillas provisionales. Además, las prisas de última hora que acompañaron a la inauguración de la sala de conciertos hicieron que algún operario se equivocara en la numeración de las butacas. Un ejemplo: una de las hileras de la platea es la número 14 en uno de los extremos y la 15 en el otro. A la pareja de espectadores que se encontraron, en el concierto de Nyman, con que sus localidades no existían, les esperaba un buen recorrido por la sala. Los responsables de ésta, aseguraron, les facilitaron hasta cuatro nuevas ubicaciones. La primera la rechazaron porque no se correspondía con lo que habían pagado. En la segunda se encontraron con otros ocupantes. Y tuvieron que levantarse de la tercera, cuando ya había empezado el concierto, para que se sentaran los acompañantes de un conocido político.

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