_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vecinas

ROSA SOLBES Antes del movimiento vecinal, y cuando aún nos conocíamos y nos saludábamos en la escalera, las comadres del barrio ya eran, las unas para las otras, asistentas sociales y consejeras matrimoniales, profesoras de cocina y psicoanalistas, puericultoras y geriatras. Más allá del chisme y las rencillas, habían tejido toda una red de apoyo y complicidades alrededor de su reclusión domiciliaria, un espacio de mujeres no siempre bien visto por los hombres ni por la autoridad constituida. Ahora, con el lema "No estás sola", buscan resucitar aquel viejo sentido comunitario contra los malos tratos, movilizando a 11.000 vecinas, voluntarias y mediadoras, 1.500 de ellas en el País Valenciano, entrenadas y autorizadas, "porque las víctimas denuncian poco y no puede haber un guardia civil en cada alcoba". Este asunto me ha recordado la interesante información que Esther Jovaní y Teresa Segarra, del grupo Cala de Castellón, traen de Cuba. Allí han impartido cursos postgrado de ámbito interdisciplinar, dirigido seminarios y colaborado en investigaciones sobre técnicas de implementación y métodos de intervención. Cuentan que en la isla todo el mundo está implicado: Fiscalía, ministerios de Salud y Educación, Universidad, Instituto Forense... y, sobre todo, la Federación de Mujeres Cubanas, verdadero poder dentro del poder y con una envidiable red de relaciones y de influencia ante el Estado. Ellas, guiadas por el fuerte sentimiento comunitario que da la necesidad de supervivencia en circunstancias difíciles, son el elemento más importante. Además, claro, de tener las leyes de su parte, inmediata ayuda de todo tipo y la tranquilidad de que los hijos jamás son usados como arma. En general, aunque sin estructuras equiparables, Cala detecta en la América Latina una cohesión social que dista años luz de nuestra forma europea de relacionarnos. Saber lo que ocurre y después intervenir. Elemental. Pero aquí lo hacemos al revés, y ni siquiera de la forma más eficaz. Porque, junto con el anuncio de la iniciativa vecinal antes mencionada, los 1.500 pares de ojos y oídos, se han producido otras novedades que alertan sobre el grado de frivolidad con que a veces se aborda el asunto. El propio grupo Cala, con experiencia y competencia reconocidas internacionalmente, acaba de ganar un contencioso contra el Ayuntamiento de Castellón porque las desalojó de forma ignominiosa de la gestión de la Casa de Acogida. La que depende de la Diputación de Valencia, dirigida desde la mayoría popular por una empresa privada se dice que con vinculaciones familiares con no sé qué capitoste, ha sido también cuestionada (conozco el lugar y me han tratado amablemente, pero el retrato del presidente y el crucifijo presidiendo la salita dan que pensar). En cuanto a los centros Mujer 24 horas, ahora es la Magistratura de Alicante quien da la razón a unas becarias que hacían todo el trabajo. Y claro, aún con la mejor voluntad... El eslogan con que se estimula a denunciar es correcto: "Si te pega, no te quiere. Quiérete tú". Por eso a las agredidas y sus hijos no les basta con el árnica que significan las vecinas, las aprendices y los refugios temporales (por cierto, poquísimos). Necesitan además justicia, trabajo y vivienda. Y fundamentalmente, criterios de intervención : no hay esperanza si no rompen el vínculo de sometimiento, vencen el síndrome de Estocolmo, espantan el sentimiento de culpa, emergen del estado de indefensión, y toman las riendas de su vapuleada vida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_