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Este

DE PASADAEl Este -el lugar por donde levanta el Sol, el sitio del origen- es el punto cardinal más difícil de perder. Ya escribimos acerca de los muchos que vagan con el Norte perdido, inconscientes de su pensamiento cambiante, errático y feble, que igual los conduce hacia la derecha, en contra de la querencia natural, que hacia delante, cuando lo propio sería ir para atrás. Cualquier observador se admirará de la facilidad con que la gente pierde el Norte y el denuedo con que defiende el Este, que es el punto cardinal que nos ata al comienzo del día, a las raíces y, por extensión, a todas sus manifestaciones: el folclor, las esencias, las banderas, los himnos y nuestras cajas de ahorros. Perder el Este es equiparable a perder las bases nacionales o patrióticas. Las reacciones suscitadas por la sugerencia del presidente Manuel Chaves para que las seis cajas de Andalucía formen una sola demuestran que los ciudadanos podrán perder el Norte, vacilar a la hora de señalar por dónde cae el Sur, pero de la situación del Este jamás tendrán dudas. Si bien contra la unificación de las cajas se pueden emplear razonables argumentos sobre las consecuencias que tendría sobre la competitividad, la dotación de la obra social o la estabilidad laboral, el más utilizado es el relativo a la pérdida de la "identidad". La "identidad" granadina, un concepto que en sí mismo es un misterio y cuya comprensión requiere un acto de fe provincial, se vuelve más abstracta cuando se aplica a una caja de ahorros. ¿Son las cajas alcancías de esencias patrias? ¿Es más dulce una hipoteca contraída en Granada que en Jaén? ¿Qué billetes son más valiosos y qué gabelas se pagan con más gusto? Braulio Medel, presidente de Unicaja, defensor de la fusión, vino a Granada a acompañar a Manuel Martín Rodríguez en su ingreso en la Academia de Ciencias Sociales. En las fotos, la sonrisa de Medel figura flanqueada por el rictus serio o estupefacto de los otros invitados. ¡Grave silencio! Uno tiene la impresión de que para muchos la unificación de las cajas es tan abominable como propugnar la fusión de los verdiales y el granadino baile de la reja en una danza común mayoritaria, la sevillana, por ejemplo. Y eso trasciende la economía, las hipotecas, las gavelas y la decencia. Es una cuestión de dignidad, que cuestiona condiciones que van en la sangre. Y con eso no se juega. ¿Quién nos convence de lo contrario? ALEJANDRO V. GARCÍA

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