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Hágase la luz

Cuando Juan Vicente Jurado se hizo cargo de la delegación de Alumbrado del Ayuntamiento de Valencia se pusieron en evidencia dos hechos. Uno, que en ese área todo iba manga por hombro, además de invertirse muy poco. Y dos, que la ciudad estaba a oscuras, tanto en la periferia como en el cogollo urbano. Con el nuevo concejal se sacudió la pereza del departamento, se revisaron y cambiaron las pautas y vicios de contratación, renegociándose los precios a la baja y dando opciones a más y distintos proveedores. Y lo que no es menos importante, se procedió a una remoción acelerada del viejo alumbrado público. Incluso se arbitró una insólita práctica democrática: el vecindario tuvo a menudo la oportunidad de elegir el modelo de farol o farola entre varios que se les proponía. Es posible que no haya acertado en todas sus iniciativas, por exceso de vatios, puntos de luz o precios. Todo discutible. Lo indiscutible ha sido la eficacia del edil, lo que no le exime, obviamente, de ser fiscalizado.

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