La 'heroína' de Washington
La ministra de Salud de EEUU, tomada como ejemplo de actuación tras poner en fuega a unos ladrones
Que una ministra del Gobierno federal sea atracada a la luz del día en las calles de Washington casi no es noticia; que esa ministra se resista al asalto, logre conservar su cartera y dé a la policía la pista que culminará con la detención de los delincuentes, sí que lo es. Y lo segundo es lo que ocurrió el domingo en la capital del imperio y convirtió a Donna Shalala, titular de la cartera de Salud y Recursos Humanos del Gobierno de Bill Clinton, en la heroína de la ciudad.Para situar el caso en su contexto, hay que recordar que Washington no es sólo el poder y los monumentos. Para sus habitantes, el distrito de Columbia es también una ciudad de baches en las calles, agua potable contaminada, riesgo de tuberculosis, una tasa de mortalidad infantil digna de una república bananera, miles de alcohólicos y personas sin techo, servicios públicos ineficaces y un nivel de delincuencia que duplica el de Nueva York. Estados Unidos refleja en su capital toda su grandeza y todas sus miserias.
Shalala lo comprobó en carne propia en la mañana del domingo. Salió de su casa en Georgetown, el barrio más antiguo y glamouroso de la ciudad, y fue a retirar algo de dinero de un cajero automático de la avenida de Wisconsin. El que la ministra no llevara escolta y tuviera que buscarse la vida para conseguir efectivo dice también mucho de la saludable informalidad de Washington, donde hasta el asesinato de Kennedy no era raro ver al presidente salir a pie de la Casa Blanca e irse a comprar libros por ahí o tomar un trago en el bar de Press Club. Pero los tiempos han cambiado, y no sólo por la amenaza de los tiradores enloquecidos o los terroristas organizados. Washington es, desde los años setenta, una de las ciudades más peligrosas del país para cualquier mortal.
A Shalala, de 58 años de edad, se le vino encima una pareja cuando abandonaba el cajero. "Dame tu cartera", le espetó el varón, sin exhibir ningún arma. Lejos de ello, la ministra optó por una respuesta original: se arrojó al suelo, se situó en posición fetal, protegió su propiedad y comenzó a gritar en búsqueda de auxilio. Desconcertada, la pareja corrió hacia un Jeep Cherokee, donde la esperaba una segunda mujer. El coche arrancó en tromba, pero no sin que antes Shalala hubiera retenido la matrícula. Quince minutos después, la policía detuvo al trío. Resultó que habían robado el vehículo y, antes de intentar asaltar a la ministra, ya se habían hecho con la cartera de otra señora en una parada de autobús.
"Es el caso perfecto, la inteligente reacción de la víctima impidió un delito y ayudó a resolver otros dos", declaró ayer el teniente Patrick Burke, de la policía metropolitana. Shalala no quiso comentar el incidente, pero su oficina de prensa recordó que es la segunda vez en menos de un año que la ministra es víctima de un delito. El pasado junio, unos ladrones entraron en su vivienda de Georgetown y se hicieran con sus joyas y tres alfombras persas de gran valor. Con un nuevo alcalde -Anthony Williams, que ha sustituido al también demócrata afroamericano Marion Barry-, Washington intenta cambiar su imagen de ciudad corrupta y violenta. Una imagen a la que contribuía la personalidad misma de Barry, que a comienzos de esta década fue detenido y encarcelado por consumo de cocaína, pero que, asimismo, se sustenta en datos estremecedores. En 1997 hubo en el Distrito de Columbia 301 asesinatos, 240 violaciones, 5.810 agresiones con resultado de heridas y 5.935 atracos a mano armada.
Washington cuenta con 543.000 habitantes, de los que el 65% son negros, más pobres y más vinculados a la violencia, como protagonistas o víctimas, que los blancos. De hecho, es una ciudad partida en dos. En sus barrios del sureste vive la población negra, mientras que la blanca se concentra en el noroeste. El centro, donde están la Casa Blanca, el Capitolio, los museos, monumentos y oficinas, es terreno de nadie. Ahí se traza una línea de la que no puede hablarse porque no es "políticamente correcto", la que divide a las razas.
Georgetown es un caso aparte, pero, como bien sabe la ministra Shalala, esta zona residencial, turística y universitaria no es tan segura como cabría pensar. En julio de 1997 fueron allí ejecutados a sangre fría tres empleados de una cafetería Starbucks y sólo ahora la policía ha detenido a un sospechoso. Pero quizá esa detención y el triunfo de Shalala sean un buen signo.
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