Salinas, el arte de la contradicción
El máximo goleador en activo jamás fue "Pichichi" de la Liga
La explicación más convincente a los goles inverosímiles la dio Dertycia (ex-jugador del Cadiz y el Tenerife): "Los goleadores somos así", dijo tras marcar un gol al Athletic en San Mamés, de volea, desde el lateral del campo. No se ha encontrado explicación mejor para desvelar el misterio de Julio Salinas, el máximo goleador en activo de la liga española (142 goles), a pesar de ausentarse un año, en el que ejerció como profesor visitante en Japón sobre el arte de marcar un gol. Acostumbrado a vivir peligrosamente, el domingo impartió su penúltima doctrina en Vitoria: marcaba sus dos primeros goles del campeonato, surgiendo como recambio, en pleno atasco del Alavés y con el límite de la paciencia del público a punto de desbordarse con sus prestaciones. Julio Salinas, 36 años, siete camisetas en su haber (Athletic, Atlético, Barcelona, Deportivo, Sporting, Yokohama Marinos y Alavés) se encontraba al fín en su medio natural y respondió a su manera tradicional: frente al rival menos goleado del campeonato (el Mallorca) y en el partido más necesario de su equipo.Julio Salinas ha cultivado el arte de la contradicción. Nadie ha resuelto el enigma de si ha gestionado su torpeza o ha sublimado su habilidad. Nadie como él se ha mostrado tan impotente en el mano a mano a mano con el guardameta y tan ingenioso para encontrar un atajo en un área infestada de defensas. Y sin embargo lleva 17 años haciendo lo mismo, resolver con la puntera un pase mal medido o recortar con el tacón a una nube de adversarios. La adversidad ha sido su entorno natural desde que debutó en el Athletic un 3 de octubre de 1982 frente al Zaragoza, sustituyendo a Sola, con Clemente en el banquillo y Andújar (otro símbolo) como director de la contienda. Hoy, en el ocaso, se reafirma en el valor intrínseco del gol: "No se trata de conseguir muchos goles en un partido, sino goles decisivos en muchos partidos", repite . Su condición de goleador se inscribe en la calidad más que en la cantidad. Quizá ello explique que el máximo goleador en activo de la competición no exhiba ningún trofeo Pichichi en su currículo, a pesar de haber jugado en equipos con pedigrí. Lo suyo era y es el bricolaje y el espìritu redentor de las causas perdidas. El enigma sigue siendo cosa de brujas, no suya.
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