"La nostalgia y el patriotismo son defectos imperdonables"
Roger Salas (Holguín, Cuba, 1948) salió de su país en 1981 y ese mismo año empezó a escribir los relatos que publica bajo el título Ahora que me voy. Las 13 historias que componen el libro están sembradas de pinceladas autobiográficas. Son historias de amor y desamor en las que el escritor y periodista no ha olvidado el humor. Editada por Libros del Alma, su autor ha querido presentar la obra en Sevilla porque la capital andaluza inspira uno de sus relatos que, además, ha sido el germen de una novela. Pregunta. ¿De qué va la historia que se desarrolla en Sevilla? Respuesta. Es la vida de un travesti, un personaje que he creado a partir de dos personas que conozco, un sevillano y un cubano. Ese mismo relato es el primer capítulo de una novela que ya he terminado y que se publicará a finales de este año, se titula El destino de Olvidín Topacio. P. Usted es crítico de danza y ha creado la escenografía y el vestuario para muchos espectáculos, ¿aparece la danza en Ahora que me voy? R. Está en el libro pero de manera irónica y con cierto aire de venganza por haberle tenido que dedicar tantos años para sobrevivir. Aun las cosas que nos gustan hay que tratarlas con ironía. P. ¿Cuánto tiene de autobiográfico su libro? R. No demasiado. El relato más autobiográfico es Helados de pasión, mi versión de los hechos de la película Fresa y chocolate. No me gustó, prefiero el cuento de Senel Paz que dio origen a la cinta. Aunque cuento y película entran en mi intimidad, en el relato hay más verdad. P. ¿Por qué se marchó de Cuba? R. Me encarcelaron dos veces, estuve casi dos años encerrado. La primera, con 25 años, por homosexual, y la otra, por disidencia política. P. ¿Qué le fastidió más? R. Que me perdí dos veces el carnaval. En Cuba hay una ley muy fuerte contra la homosexualidad que es muy hipócrita y de corte estalinista. P. ¿Ha regresado a Cuba? R. Asistí a dos festivales de ballet como crítico, en 1986 y 1988, pero decidí no volver porque la situación era muy mala y acabé desmoralizado, sintiendo que aquello no era mi país. P. ¿Hay nostalgia en su libro? R. Ninguna. La nostalgia y el patriotismo son defectos imperdonables. Sin embargo, me siguen atrayendo las islas. P. ¿Qué cambiaría en Cuba? R. Haría desaparecer todo vestigio de dictadura marxista-leninista. Los cubanos deberíamos hacer un profundo acto de contricción moral porque todos lo hemos hecho mal, los de dentro y los de fuera. P. ¿Qué ha hecho usted mal? R. Creer hasta muy tarde que había cosas que salvar de la revolución fidelista, cuando lo único que se podía salvar era una goma para borrarla.
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