"Creí que el edificio se venía abajo"
Era la hora de la siesta. El barrio de San Fermín estaba adormilado, tranquilo. Justo entonces, la fachada del tercer piso del número 25 de la calle de Carabelos saltó por las aires hasta impactar contra el edificio de enfrente, a una distancia de unos 50 metros. Eran las 15.50. "La explosión hizo un ruido espeluznante. Parecía que el edificio entero se venía abajo". Florencia Martín, tres horas después del estallido, aún no había recuperado los colores. De pie y en bata de rombos, esta vecina del séptimo piso miraba desde la acera de enfrente las ruinas de lo que fue su hogar. "Han volado bloques de cien kilos. Ha sido algo tremendo. Doy gracias por estar con vida", rememoraba Florencia. La mujer, al producirse la explosión, se encontraba durmiendo la siesta con su marido. Tranquila y feliz. "Pero entonces el edificio entero se movió, como en los terremotos de los que se ven por la televisión". PASA A LA PÁGINA 3
"La televisión se me vino encima por la explosión", cuenta una vecina
VIENE DE LA PÁGINA 1A María de la Mercedes Blacés, la explosión de gas natural en el edificio le cogió de sobremesa, viendo la televisión.
"Estaba sentada en el sofá, sonó un ruido terrible y la pantalla de la tele reventó. Se me vino encima. Lo mismo pasó con los cristales de las ventanas que me vinieron disparados contra la cara", explicó Blacés con un fuerte corte y diversas contusiones en la cara. Menos mal que giré la cabeza y los cristales me dieron de refilón, sino me hubiera quedado ciega", añadió.
Lorenzo Medina, vecino de la décima planta del edificio, estaba tumbado en la cama, adormilado, escuchando el carrusel deportivo a la hora de la explosión. "Estaba tumbado tranquilamente, haciendo la digestión después de comer, cuando la explosión sacudió el edificio. La cama se movió", explicó Medina.
El estallido dejó al descubierto el interior de la tercera planta de edificio. En la cocina del tercero C de la escalera A, se veía a un hombre atrapado. Le asomaba la cabeza por el exterior.
"Parecía que estaba muerto", explicó Manuel Herrero, de 51 años y propietario de un bar situado enfrente del inmueble destrozado por la explosión. Era Juan Antonio Corral Casado, de unos 30 años, uno de los dos heridos graves.
La deflagración de gas se produjo en la cocina de su casa, donde él estaba en ese momento. El techo se le vino abajo y quedó atrapado entre el escombro. Fue rescatado y trasladado al Hospital de Getafe.
A Herrero la explosión le quedó lejos pero le afectó muy de cerca. Los cascotes y escombros que salieron volando por la explosión impactaron contra la fachada de su bar, a unos 50 metros de distancia y le destrozaron la cristalera.
"Una metralla de cascotes y escombros salió volando contra la cristalera del establecimiento. "¡Ay, que nos mata" dijo un cliente", explicó Herrero. Una inmensa polvareda cubrió la zona. "No se veía nada. Ni si había gente en la calle o no. Traté de ver si había algún herido pero me fue imposible localizar a alguien. Parecía un bombardeo", concluyó.
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