"Lo que une a Brossa y Pere Quart es su afán por ir en contra de lo establecido"
Núria Candela tiene un oficio raro. Es una actriz que dice, no recita, poesía y, a juicio de críticos y poetas, lo hace sin efectismos ni ínfulas de rapsoda. Amiga de Joan Brossa durante los últimos años del poeta y dramaturgo, aupada por Pere Quart a finales de los setenta, Candela recuerda que también J. V. Foix le hizo "un poco" de maestro. Asegura que el secreto está en decir los poemas con "austeridad y expresividad". El mundo de Brossa ha sido el suyo durante los últimos meses. El poeta falleció a finales del año pasado y el recital que se le había preparado para celebrar su 80º aniversario se convirtió en un homenaje póstumo. Candela lo presentó en enero en el Espai Escènic Joan Brossa y ahora lo está interpretando por diversas localidades de Cataluña. En abril, para conmemorar el centenario de Joan Oliver, recuperará un recital que presentó en 1982. Mientras, le da vueltas a la idea de interpretar la poesía de Maria Mercè Marçal y algunos textos de María Zambrano: "Su prosa me encanta, unas veces me estremece, y otras no la entiendo". Pregunta. ¿Qué diferencia un recital de Pere Quart de uno de Joan Brossa? Respuesta. Con el recital Núria Candela diu Joan Brossa fuimos incluyendo poemas nuevos a medida que él los iba publicando. Hay un cierto miedo a su poesía, pero puede llegar a todo el mundo. El de Pere Quart, en cambio, quedó tal cual. Con él se trataba de hacer un seguimiento biográfico a partir de sus poemas. Diferencias formales y estéticas hay muchas: aunque Pere Quart utiliza temas muy cotidianos tiene, en un primer momento, un lenguaje noucentista. El de Brossa, en cambio, es mucho más sencillo. Uno de sus puntos de unión, que es muy solemne, es su afán por ir en contra de lo establecido y de las injusticias. P. ¿Con qué se encuentra el público? R. El público es muy diverso. Los recitales sólo necesitan a gente con sensibilidad porque la poesía es, sobre todo, vida. Con Brossa, la gente se encuentra con una estética inesperada, con un artista que no saben cómo catalogar. Para él la poesía lo es todo y hace poemas de situaciones cotidianas que resultan cómicas. La gente ríe porque se encuentra delante de un chiste. Brossa extrae situaciones de la realidad que parecen surrealistas. Para él, el surrealismo es andar por una calle que no es la tuya. P. ¿Qué le enseñó Brossa? R. Ahora empiezo a aprender su filosofía de la vida, pero fallo a cada momento. Me decía que si no se reconocía mi trabajo, yo ya había hecho lo que tenía que hacer y que tenía que estar tranquila con eso. Me enseñó a defender mi propio punto de vista por encima de las modas. Profesionalmente, la cantidad de registros, visiones, estructuras y argumentos de su poesía me ha abierto nuevos mundos. Antes de empezar a trabajar con él, en 1990, hacía una poesía mucho más monolítica. P. Y de Pere Quart, ¿qué recuerda? R. Su pasión y su convicción. Era irreductible: cuando creía en una cosa, la defendía hasta las últimas consecuencias, como si la vida se le fuese en ello. Le recuerdo en un Festival Price, en el Palau de la Música, dirigiendo al público, así, moviendo los brazos, con eso de Llibertat, Amnistia i Estatut d"Autonomia. Le pusieron una multa de 10.000 pesetas. Si no son actuales, sus valores deberían serlo. Cuando le querían dar no sé qué medalla de la Generalitat contestó que no la quería. Dinero sí que quería, porque lo necesitaba. Desde que murió se ha hablado muy poco de él. Creo que no se le ha hecho justicia. P. Pere Quart y J. V. Foix, a los que conoció en la misma época, eran dos poetas y dos personas muy distintas... R. Sí, Foix no permitía la aproximación. Era un hombre muy distante. Hace mucho, no sé quién me encargó un recital sobre sus nadales. Fui a buscarle a Sarrià. Yo tenía unos 20 años y le dije que no sabía muy bien cómo leerlas. Y él me lo leía con una solemnidad... Aquí tienes que hacer un encabalgamiento, aquí hay un acento interno, me decía... Pero Pere Quart también lo hacía, ¿eh? Aunque éste tenía un tono reivindicativo que a mí me va mucho... P. ¿Cómo es la vida profesional de alguien que se dedica a la poesía? R. Después de un montaje siempre se produce el silencio y tienes que volver a empezar. En este sentido, este país es terrible. Las instituciones y los medios de comunicación deberían ayudar. La poesía gusta cada vez más a la gente, pero hay que hacer difusión. Ahora, con la muerte de Brossa, se ha producido una explosión. No es una situación normal que yo esté haciendo entrevistas hablando de poesía. P. ¿Por qué sólo recitales? R. Por comodidad. El teatro requiere mucha energía y yo no soporto los ensayos. Me canso. En cambio, esto, aunque colabore con otras personas, me lo preparo en casa. La poesía me gusta desde siempre. Y cuando empezaba me decían que estaba loca. ¿Por qué? Ya sé que es difícil y duro, y que los recitales de poesía no están nunca en ninguna programación, pero voy tirando. Ahora ya he llegado a un punto en que me puedo permitir rechazar algunas propuestas.
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