Un joven de Malí muere en el Guadalquivir tras llegar de polizón con tres menores

Los buzos de la Guardia Civil recuperaron ayer del cieno del río Guadalquivir el cadáver de Amed Dauda, de 18 años y natural de Malí, que hace 12 días se embarcó de polizón con su hermano pequeño y dos menores más en el castillo de proa del Nogliki -un viejo carguero de bandera maltesa y tripulación rusa- durante una carga de chatarra africana en el puerto de Abidjan (Costa de Marfil) destinada a una fundición de Alcalá de Guadaira (Sevilla).

A las tres de la madrugada, Amed se lanzó por la borda justo cuando la policía de Sevilla venía a recogerlo a él y a sus tres compañeros de travesía ilegal, todos sin papeles: su hermano Hassan, de 13 años; Dadi Marc, de 14 y natural de Sierra Leona, y Kami Nagalaa, de 13, y del que se ignoran su lengua y su país de origen. El barco había atracado en el muelle La Corta de Sevilla, pasadas las 02.30. La tripulación había confinado a los polizones en un camarote de la popa de estribor tras hallarlos en el barco el 5 de febrero. El barco, de bandera de conveniencia, había zarpado de un puerto nigeriano e hizo escala el pasado día 29 en Costa de Marfil para embarcar chatarra por encargo de la consignataria española Echevarría.

El capitán del Nogliki había comunicado el lunes a las autoridades fronterizas españolas que transportaba a bordo a los cuatro africanos. La policía del puerto de Sevilla ya había subido al barco cuando éste atracaba para hacerse cargo de los sin papeles. "Estábamos rellenando los documentos de entrega con el capitán del buque cuando escuchamos los gritos", explicó José, el policía que iba a encargarse de ellos.

Juan Luis, amarrador portuario, vio todo lo que ocurrió: "Estábamos aún con la maniobra cuando los vimos salir por una ventana. Eran unos chavales bien fuertes y ágiles. Uno se tiró corriendo al agua y llegó al otro lado del río, donde lo cogieron. Al rato, en un descuido, saltó el otro. Lo oímos chapotear y gritar... Pero los gritos eran de ahogamiento". Juan Luis intentó enfocar al polizón con un foco portátil y poco más pudo hacer.

El amarrador señaló el lugar aproximado del ahogamiento a un equipo de cinco buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. El cabo submarinista Francisco Cárdenas explicó cómo halló el cuerpo junto a su compañero Joaquín Paniza: "Estaba apoyado en el fondo, a ocho metros de profundidad. Lo encontramos al tacto, porque la visibilidad era nula". Eran las 12.40 y el agua estaba a 11º grados. Amed sólo iba vestido con un vaquero negro.

Los menores han quedado bajo la tutela de la Junta de Andalucía y han sido enviados a la residencia de acogimiento inmediato Talita-Kum, de Alcalá de Guadaira, la ciudad a la que iba dirigida la chatarra.