El cupo de inmigrantes

Con la llegada del nuevo año se abren dificultosamente las puertas de nuestra sociedad a un escaso número de personas que aspiran a quedarse siquiera un corto tiempo, el necesario para conocer algo distinto a la miseria de la que huyen. Son los inmigrantes extranjeros que confían legalizar su situación con un permiso de trabajo del famoso cupo anual. El cupo (30.000 permisos para 1999) es, al parecer, el resultado de un estudio sobre las ofertas de empleo que no son cubiertas por españoles, unas (las menos) por no haber ningún desempleado español que cumpla los requisitos que el contratante exige, y la mayoría, aquéllas que quedan sin cubrir porque nadie las quiere (trabajos penosos, salarios bajos). A los que piensan todavía que estos trabajadores inmigrantes son una carga para nuestra sociedad, hay que decirles que observen lo que ocurre cuando un empresario ve al fin cubierta su oferta de trabajo por un inmigrante extranjero: es fácil constatar que en general hay una excelente disposición hacia el trabajo por parte del contratado, motivada principalmente por haber visto satisfecha su primera y principal aspiración, a pesar de que suelen ser trabajos penosos y mal remunerados. Esta actitud positiva le lleva a ser un trabajador con un alto nivel de productividad a muy bajo coste. Es de justicia reconocer que estos inmigrantes colaboran en la creación de riqueza en nuestro país. Las organizaciones sindicales, asociaciones ciudadanas y partidos políticos que estén por la defensa de los derechos de los trabajadores han de continuar exigiendo a la Administración pública la elaboración de un cupo de permisos de trabajo para inmigrantes extranjeros más amplio, que se acomode a la oferta real, que los trámites administrativos sean sencillos, procurando mejorar la atención personal, evitando la lamentable imagen de esas insufribles colas de personas hacinadas en plena calle, y que se amplíen los servicios de inspección laboral para conseguir que mejoren las condiciones de trabajo de todos.- Manuel Gallego Ferrer. Sevilla.