José Antonio Querejeta
Jose Antonio Querejeta Altuna (Lazkao, 1957) tenía buena muñeca en su época de jugador de baloncesto. Era un anotador cuando al baloncesto jugaban un base, dos aleros y dos pivots. El juego se complicó después y pasaron a jugarlo un base, un escolta, un alero, un poste bajo y un pivote. Querejeta seguiría siendo un alero. En la actualidad, el baloncesto lo juegan un base, y cuatro jugadores que actúan en la posición de 2, de 3, de 4 y de 5, un lenguaje informático que ahorra muchos esfuerzos previos. Querejeta entonces sería un 3 que podía jugar de 4 (ya lo hizo de 5 en Corazonistas). Pero en realidad este guipuzcoano, alto y fuerte, que jugó en el Baskonia, Real Madrid, Joventut y CAI es el presidente del Saski Baskonia SAD, que tiene como buque insignia al Tau Cerámica, reciente campeón de Copa y depositario principal del baloncesto vasco. Querejeta, ciertamente, tenía buena mano para el baloncesto. Y buena cabeza dentro y fuera de la cancha. Quizá por ambas cosas sus compañeros de profesión le nombraron presidente del sindicato de jugadores cuando el baloncesto tenía todavía un aire artesanal pero anunciaba ya su inmediata revolución. No consta si se endureció más en la cancha o en los despachos, pero sí está anotado en la agenda social que fue un negociador duro y consistente en la tarea, donde imponía por igual la altura y la muñeca. Seguramente en esos años aprendió al dedillo la otra faceta del baloncesto -del deporte en general-: esa tan odiosa como necesaria que permite rentabilizar en la vida cada gota de sudor caída sobre el parqué. Ttras tirar la última canasta (en 1988), llegó el momento de sortear la esquina de la mesa y alcanzar el otro malecón. Y se enfrascó en la aventura de dirigir un club emblemático en 1990, el Baskonia, en una ciudad singular y en plena recreación de un deporte hasta entonces bastante secundario. Por encima asoma la estadística en sus ocho años de mandato directivo: el Tau (o Baskonia o Taugrés o Caja de Alava) ha conseguido dos Copas del Rey, una Copa de Europa y ha disputado siete finales, incluida una de Liga. Un balance similar en fútbol avalaría la candidatura presidencial a vaya usted a saber qué. Dicen quienes le conocen y valoran que entre los méritos principales de Querejeta se cuenta el de ser, posiblemente, el presidente que más sabe de baloncesto de cuantos hay en España. Quienes le conocen y le estudian cuentan que es el negociador que ningún jugador quiere tener al otro lado de la mesa, que domina por igual los argumentos, la dialéctica y el conocimiento de la interioridad del jugador, que lo desarma y lo deja a su merced. Sea lo que fuere, no cabe duda de que ha impregnado su carácter en el colectivo. Querejeta se ríe poco en público, el Tau también. Cada vez que la cámara le enfoca durante un partido, su aspecto sugiere en mayor medida el de un entrenador ruso que el de un presidente: su gesto invita a pensar que está leyendo, más que viendo el partido. Bastaba el otro día ver su imagen junto a la de Lorenzo Sanz (en la semifinal ante el Real Madrid) para adivinar en la seriedad sus distintas actitudes. Seguramente su pasado rocoso como jugador-negociador, su carácter recio, le ha alejado de las preferencias de la cátedra baloncestística. Vocación empresarial Seguramente al Tau le han reprochado algunos su vocación internacional, su habilidad para la finta, su espíritu innovador, su capacidad de adelantarse a los acontecimientos. Todos hacen ahora lo que el Tau viene haciendo para bien propio y general del baloncesto. Todo estaba en la cabeza de Josean Querejeta, un guipuzcoano incardinado en la realidad alavesa, corajudo en el pulso del baloncesto y con las instituciones. Ciertamente, sería un exceso decir que el Tau es su obra, porque hay un antes y un durante del club (ex presidentes, entrenadores, jugadores, empleados, etcétera), pero sorprende su actitud tan discreta como tronante. Josean Querejeta no saca pecho; prefiere sacar la voz en sus duelos cotidianos como antes sacaba su muñeca para encontrar ese redondel con una red rota que verifica el éxito. Comoquiera que lanzaba triples, se ha acostumbrado al número (era un 3 de los actuales) y acumula tres títulos en su discreta vitrina.Hoy es un empresario de éxito en el negocio dulce, hostelero e inmobiliario, que sabe mucho de baloncesto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.