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La Hispalense presenta en Europa un plan para recuperar ríos y su entorno

Carmen Morán Breña

La Diputación de Sevilla ha firmado un convenio con la Hispalense para dar el primer impulso a un proyecto que pretende revitalizar los ríos de la provincia y sus pueblos mediante una iniciativa que mezcla el interés científico con el uso medioambiental del tiempo libre. 42 millones de la Diputación servirán para echar a andar los dos primeros años. El resto, en el mismo plazo de tiempo, llegará de la mano de los ayuntamientos y de la Junta con quienes se está negociando la cesión y rehabilitación de varios edificios.

Volver la vista a los ríos, a las meriendas con tortilla de patata en la orilla, a los baños infantiles de verano, a la pesca del abuelo y a las siestas bajo los chopos. Esa es la filosofía del proyecto presentado por la Universidad de Sevilla -el grupo de Tratamientos de Aguas Residuales de la Escuela Politécnica- que pretende invertir en la recuperación de las aguas y esperar que la corriente devuelva un caudal de recursos y de empleo. Europa debe evaluarlo y decidir si aporta financiación. Pero tanto si el programa Life apuesta por el proyecto como si no, la maquinaria económico política ya está en marcha. Las primeras actuaciones comenzarán en la Sierra Norte sevillana, a orillas del Rivera del Huéznar. Se pretende montar una piscifactoría en Almadén de la Plata y sembrar los peces en San Nicolás del Puerto. Aguas abajo, a la altura de El Pedroso se tomarán las medidas de los peces que pasan y de la calidad del agua. Las negociaciones -la predisposición inicial de los alcaldes tiene que pasar el filtro de los plenos locales- indican que Almadén cederá un edificio donde se impartirán cursos científico técnicos sobre hidrobiología: todo gira alrededor de la calidad del agua. Eso para cubrir la parte científica. De la parte turística, encadenada a la recuperación del espacio fluvial, se espera que el campotel -una idea francesa a caballo entre un albergue y un hotel- se llene de vida y de visitantes. En San Nicolás estaría ubicado el edificio que albergará el equipamiento necesario para la siembra de los peces y el laboratorio básico de calidad de las aguas del río. La colaboración de El Pedroso consistirá, si todo va como se espera, en ceder una casa de madera a 10 metros del río para laboratorio de hidrobiología y para los equipos con los que se contarán los peces que baje la corriente. "La Diputación aporta el equipamiento, un laboratorio de cría de peces y uno básico de histopatología. Habrá un becario en cada uno de los centros". Así lo explica Julián Lebrato, profesor del grupo de Tratamiento de Aguas Residuales de la Hispalense y añade que lo que se pretende es que los jóvenes de cada pueblo encuentren trabajo ligado a estas inversiones. En caso de que Europa dijera sí el proyecto recibiría una inversión de 80 millones de pesetas "pero el objetivo es que todo el programa planeado atraiga con el paso del tiempo otras inversiones que puedan llegar por distintas vías", dice lebrato. Banderas blancas Una de las fases del proyecto prevé la clasificación de los ríos atendiendo a la calidad del agua, para establecer un sistema de banderas similar al usado en las costas. Habrá tres colores de banderas. Negra, cuando el panorama esté similar; gris para los ríos medianamente saneados y blanca para los que estén perfectamente recuperados para el ocio. "No se pretende poner banderas negras como castigo sino procurar que todos los ríos consigan la blanca. Esto nos servirá para hacer un primer estudio en el que se aprecie cómo han evolucionado los pueblos que han adecentado los espacios fluviales frente a los que no", explica Lebrato. Minicentral y vivero Otra de las actuaciones, ésta en la Sierra Sur, recaería directamente sobre las depuradoras, "que están paralizadas en la mayoría de los pueblos". Se pretende que vuelvan a funcionar para garantizar que el agua que se vierta a los ríos no esté contaminada. "Eso cuesta dinero pero se genera empleo y tecnología". Lebrato pone el ejemplo de Aguadulce, un pueblo sevillano que, en plena sequía, depuraba el agua y con ella regaban los olivos: "Fue el único pueblo que vendió aceitunas y a pesar de ello pararon la depuradora". Aprovechando las oportunidades del agua, Lebrato habla de un proyecto que quieren poner en marcha en El Pedroso. Es una idea importada de Francia. "Una alumna nuestra lo hizo en un pueblo francés de 400 habitantes y las visitas se contaron por miles". Se trata de crear una minicentral eléctrica para explicar el proceso que sigue el agua hasta convertirse en luz. En El Pedroso hay un molino viejo que se recuperaría para esto, con una noria, una pequeña esclusa y turbinas. Algo parecido a un parque eléctrico infantil. Un vivero, el Jardín Mediterráneo, trataría de recuperar las riberas fluviales para plantar especies vegetales autóctonas.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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