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Dos años, suspensión mínima por dopaje

La Declaración de Lausana, aprobada ayer por aclamación en la Asamblea sobre el Dopaje, prevé una suspensión mínima de dos años para los deportistas que incurran en esa práctica, si bien admite la posibilidad de circunstancias excepcionales que rebajen ese castigo. El texto, lleno de matices, muestra las difíciles negociaciones que precedieron a su elaboración. El Comité Olímpico Internacional (COI) no tuvo más remedio que terminar cediendo a las exigencias de los Gobiernos de la Unión Europea y de algunas federaciones internacionales para salvar la Conferencia. Aun así, la declaración final salió aprobada con las reservas gubernamentales. Una de las aportaciones del texto consiste en definir por vez primera en el deporte internacional qué es el dopaje.

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En el capítulo de las sanciones, el fútbol y el ciclismo encabezaron la reivindicación de añadir a los castigos de dos años las "circunstancias específicas y excepcionales" que permitan rebajarlos. Y en el relativo a la colaboración entre el movimiento olímpico y los poderes públicos, éstos borraron la mitad del texto al sentirse una vez más maltratados. La Conferencia (tres días de sesiones, 600 asistentes, entre ellos representantes de Gobiernos y federaciones, científicos y miembros del COI), ha salido adelante con relativo éxito cuando los pronósticos eran más pesimistas. Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, que se deshizo en agradecimientos al clausurarla, calificó la declaración final como "un paso adelante muy importante en el movimiento olímpico y una gran victoria para el propio deporte. No creo que falte unión por las cesiones que se han hecho". El presidente del COI y el propio organismo han cedido en su protagonismo, porque conocían las exigencias y tampoco están en posición precisamente de fuerza para imponerse. Con su habilidad aún para dar la vuelta a los argumentos, llegó a decir: "Lo ocurrido no supone un debilitamiento del control del COI, sino un refuerzo, la constatación de que los gobiernos están con nosotros y han aceptado reunirse en los próximos tres meses".

La composición de la Agencia Antidopaje (que supuso la derrota inicial de Samaranch en la apertura de la Asamblea, al no aprobarse su diseño) se discutirá en comisiones de trabajo durante los próximos tres meses. El día 18 de febrero se celebrará en Bruselas la primera reunión, con asistencia de representantes de la UE y del Consejo de Europa, así como de Australia y Canadá. La composición de la Agencia antidopaje será el asunto principal, pero también el principio de una línea histórica de trabajo conjunto entre el deporte y la política. Samaranch no se mostró públicamente sorprendido de que haya habido voces en contra de que él la presida. Sólo dijo: "Será dirigida por un consejo de administración, que elegirá al presidente".

Cuando se le preguntó por las críticas del enviado del gobierno de Estados Unidos sobre la actual credibilidad del COI, Samaranch devolvió el golpe: "Agradecemos sus palabras, pero realmente en su país tienen ahora más problemas que nosotros".

La Agencia tendrá el papel fundamental de coordinación y supervisión del problema del dopaje, con tres objetivos principales: los controles por sorpresa, especialmente ayudando a las federaciones de menor poder económico (aunque también tienen independencia para hacerlos), el equipamiento idéntico de los 27 laboratorios de control existentes y fomentar la investigación científica para descubrir nuevos métodos. La cifra de 25 millones de dólares (unos 3.500 millones de pesetas) que le aportará el COI de sus ingresos es muy inferior a lo que gastan los gobiernos de la UE en este campo.

El fútbol y el ciclismo, por medio de sus presidentes Sepp Blatter y Hein Verbruggen ganaron la penúltima gran batalla en la noche del miércoles al conseguir que en la redacción del punto tercero de la declaración final sobre las sanciones se incluyeran sus exigencias sobre casos excepcionales. El COI negó rotundamente que se haya hecho para salvar a las grandes figuras, pero la realidad es que el miedo a los recursos por la vía civil podrá rebajar, según las circunstancias "específicas y excepcionales" de cada caso, la primera sanción deportiva grave de dos años. Los presidentes del voleibol, Rubén Acosta, y del remo, un brillante Denis Oswald, fueron también claves en el asunto. Oswald puso el ejemplo de que no es lo mismo un primer positivo de un atleta joven, al que pueden haber engañado, que el de un veterano. La reincidencia sigue siendo castigada a perpetuidad.

Los representantes de la UE obligaron a cortar el punto seis, referente a la colaboración del movimiento olímpico y los poderes públicos. "Las relaciones con ellos no son fáciles", admitió Samaranch, "pero seguimos pidiendo la armonización de las leyes de los países sobre dopaje y queremos delimitar las responsabilidades concretas de cada mundo". Los gobiernos no han admitido ni una sola imposición, y sólo las próximas negociaciones sobre la Agencia Antidopaje podrían acabar con tanto desencuentro.

La Conferencia ha establecido por vez primera cómo se define oficialmente el dopaje, y eso casi pasó inadvertido. La definición tiene dos partes; la primera, teórica: "El empleo de un artificio (sustancia o método) peligroso para la salud de los atletas y/o que puede mejorar su rendimiento". La segunda, práctica: "O la presencia en el organismo de una sustancia o la constatación de un método que figura en la lista prohibida por el código". Tal código (de ahí ese "y/o") varía cada año, y dependerá de qué productos nuevos se incluyan o se quiten.

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