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Zona húmeda

MANUEL PERIS No sé que tiene esta señora, Isabel Tocino, la ministra de la cosa del medio ambiente, que uno la oye y nota que le entra un subidón de ecologismo. Habla la ministra y rompe nuestras filias urbanitas para generar un misterioso amor al campo. Lo suyo es como la propaganda política pero al revés. Tal vez por eso últimamente la sacan muy poco en los telediarios. Que no se sepa que aún es ministra, parecen decirse Piqué y su equipo de expertos profesionales centradores del centrismo central. Pero a veces la ministra no puede más, no se aguanta a ella misma eso de ser y no parecerlo. En algo tiene que ejercer y, qué se le va hacer, se nos aparece en Valencia, que para eso están las provincias, faltaría más. ¿Y si no qué harían en Madrid con los ministros en proceso de desguace? Tanta contención en aras de la causa se merece algún desahogo, pues venga, pobrecita, que presida un congreso en Huelva, o en Valencia. La ministra ha estado en Valencia y ha confundido Cañas y barro con La selva esmeralda, pero eso no tiene importancia: no es culpa suya, sino de don Vicente Blasco Ibáñez, o del negro que le escribe a la señora Tocino sus discursos. Porque lo suyo no es ya una cuestión de credibilidad, sino de mera verosimilitud. Poner a esta señora a presidir el Día Mundial de las Zonas Húmedas es como poner al Papa de animador de un cabaret, o a Rita Barberá al frente de un congreso de urbanismo, y si no que se lo pregunten a los vecinos del Cabanyal. Lo suyo son las fantasías animadas de ayer y de hoy, como el Covent Garden ese que Barberá lleva prometiendo desde hace ocho años en el mercado de Colón mientras florecen los rastrojos entre sus piedras. A nuestra alcaldesa le ponen la alcachofa de un micrófono delante y, generosa que es, como nuestra feraz huerta, nos devuelve unos juegos florales. "Se debe frenar el vertiginoso proceso de pérdida de humedales", aseguró Barberá con su habitual desparpajo. Mientras tanto en Murcia temblaba la tierra con una sacudida de 5,2 grados en la escala de Richter y en la huerta de la Punta las conciencias con una intensidad que no le iba a la zaga. Y es que esto de Valencia no es un congreso internacional de medio ambiente, es un festival mundial de prestidigitación. Hay que empezar por la propia casa. De la mano de Zaplana, Valencia ofrenda congresos de humedales y nuevas glorias a la España de las oportunidades. Esto es Terra Mítica y lo demás son cuentos. Arde el marjal de Massamagrell y miran para otro lado. Desecan la marisma de Rafalell y Vistabella y no pasa nada. Continúan los vertidos indiscriminados en L"Albufera y se sigue haciendo la vista gorda. Pero no todo es pasividad: el Gobierno valenciano que preside Zaplana está consiguiendo fondos de la Unión Europea para que el individuo que tienen en Pego por alcalde siga aterrando el marjal. Hay que "renovar el compromiso con los humedales" ha dicho Zaplana. Pues van dados. Habrá que empezar a creerse las encuestas que dicen que estas señoras y señores van a barrer en las elecciones, porque si no no se explica que vayan tan sobrados y se permitan tranquilamente burlarse de la gente, dándole la vuelta con discursos de segunda mano a lo que con el cemento pretenden tapar. Aunque esto sean provincias tenemos todavía húmedo, por lo menos, el corazón.

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