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Publicidad de comienzos de siglo

El País

Las fiestas del Gran Kursaal donostiarra, el exquisitio sabor de las galletas María Artiach o las ventajas de votar a favor del Estatuto. Cualquier asunto necesitaba del cartel para darse a conocer en una sociedad cada día más urbana. Así que todo el que quisiera difundir su iniciativa en la primera mitad de este siglo tenía que acudir a las imprentas para que les prepararan un cartel a la altura de la calidad de lo que se quería anunciar. Desde ayer y hasta el próximo 27 de febrero, la Casa de Cultura de Vitoria recuerda aquel boyante sector entre artístico y publicitario con la exhibición de una cuidada selección de carteles que cubrieron muros y paredes del País Vasco entre 1915 y 1949. El núcleo de la muestra lo conforma la colección que el aficionado José María Tuduri ha ido recopilando a lo largo de estos años. A Tuduri le viene esta dedicación de tradición familiar. Aunque no llegó a trabajar en la empresa de artes gráficas por excelencia del País Vasco, Laborde y Labayen de Tolosa, uno de sus socios fue padrino de su padre. Pero fue más la casualidad la que le llevó hasta el archivo de esta firma. Cuando fue a comprar unas máquinas a Laborde y Labayen y se encontró con una buena y variada colección de carteles por el mismo precio. Allí estaban ejemplares que anunciaban, con un diseño futurista, la marca de bicicletas Orbea o el dentífrico Tanysol (acompañado del lema El microbio de la caries destrozará su dentadura), entre otros muchos, actividad publicitaria que desaparecería con la llegada de la televisión y la instalación de vallas en las ciudades. La evolución de los productos que salen de Gráficas Laborde y Labayen es paralela a los cambios históricos. Antes de la llegada de la República los carteles son principalmente comerciales y culturales. Entre éstos, destacan los del madrileño Rafael de Penagos, que veraneaba en San Sebastián, para cuya promoción en el extranjero realizó algún cartel recogido en la muestra. También se puede disfrutar de un anuncio realizado por el pintor Aurelio Arteta para dar a conocer las regatas de traineras que organizó el Ayuntamiento de San Sebastián en septiembre de 1930. Meses después, el 14 de abril de 1931 la llegada de la República supone encargos de otro contenido para Gráficas Laborde y Labayen. Sobre todo, cuando se inicia la campaña a favor del Estatuto de Autonomía para el País Vasco. Ahí destaca la mano de John de Zabalo, que firmaba como Txiki. Quizá los carteles que más fama le han dado hayan sido ese trío realizado en favor del estatuto. Txiki compone unas creaciones con personajes bien definidos, colores sencillos y rótulos llamativos, joyas del cartel propagandístico. En Vitoria era la imprenta de Heraclio Fournier la que se encargaba del meticuloso trabajo de la impresión de estos carteles, que comenzó con planchas de piedra y tintas planas, técnica que hoy se ha perdido y en la que sobresalieron destacados dibujantes anónimos, como se encarga de recordar la exposición Cartelismo vasco 1915-1949.

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