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La semana de 35 horas pone de relieve los privilegios en la Administración francesa

La aplicación de la semana laboral de 35 horas en la Administración francesa tropieza con la aparente paradoja de que difícilmente se puede reducir de manera uniforme un tiempo de trabajo ya reducido en la práctica. Un informe elaborado a instancias del Gobierno por la Inspección General de Finanzas ha revelado que la mayoría de los empleados públicos franceses no trabajan en realidad las 39 horas semanales, actualmente en vigor. El dato no resultaría estrictamente novedoso si no estuviera acompañado por un cálculo que establece que el tiempo real de trabajo en la Administración se sitúa, entre las 29 y las 38 horas semanales. De ahí que el autor del informe, Jacques Roché, consejero del Tribunal de Cuentas llegue a la conclusión de que "hay que descartar toda idea de reducción general y uniforme del tiempo de trabajo, porque eso conduciría a perpetuar las actuales desigualdades entre distintas áreas de la Administración y entrañaría semanas laborales inferiores a la de las 35 horas". El informe ha salido a la luz justo en el momento en el que el Gobierno del socialista Lionel Jospin se disponía a predicar con el ejemplo para animar a las empresas a comprometerse en la reducción.

Aunque las negociaciones entre los empresarios y los sindicatos se han multiplicado, esta dinámica no acaba de plasmarse en acuerdos o éstos no se han materializado en la creación masiva de puestos de trabajo. Tras la publicación del informe, que retrata un crudo panorama de laxitud laboral, el Ejecutivo parece haberse tomado un tiempo para la reflexión antes de encarar las negociaciones para la aplicación de las 35 horas.

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