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Entrevista:

"Decenas de centros culturales de Madrid no se aprovechan"

Fue la música de Paco Ibáñez la que rescató al cantautor extremeño-vallecano Luis Pastor de lo que podría haber sido una brillante carrera como vendedor de seguros. Eso dice su biografía, aunque cuesta imaginar como agente de pólizas al autor de Fidelidad, aquel LP del 75 que fascinó a los iniciados sensibles de conciencia social que huían de los dogmas. Ahora, acaba de publicar Por el mar de mi mano, el segundo disco-libro que edita con El Europeo, en el que han colaborado Pedro Guerra, Andy Villalón y Luis Barbería, entre otros. Luis Pastor, que siempre se preocupó por acercar las letras de sus canciones a la poesía, muestra en el último trabajo su madurez como músico. Ilustrado por el pintor Javier Fernández Molina, extremeño como él, el álbum es un paseo por la poesía y la pintura, de la mano de una música especialmente cuidada, que se contagia al oído sin imponerse a la letra. Se aprecia que es un buen momento profesional y personal para este músico hecho en Vallecas. Comparte amores, tres niños y un piso en Mayor, con la cantante Lourdes Guerra. Pregunta. Se le dió por desaparecido, musicalmente hablando, a finales de los años setenta. ¿Por qué se retiró?

Respuesta. Porque entonces yo era, sobre todo, un militante político y utilizaba la música como un instrumento y no como un fin en si misma. En la década de los ochenta, me dediqué a prepararme y emprendí un camino de búsqueda interior de mi propia voz. Comencé un diario personal del que se está alimentando toda mi discografía actual.

P. Los músicos con los que hoy colabora son cantaurores de la nueva generación, como Pedro Guerra. Pese a la diferencia de edad, han encontrado un lenguaje común.

R. Dentro de lo diferente que puede ser la música que hace cada uno, percibo que estamos en el mismo cruce de caminos, cosa que no me pasaba con los compañeros de generación. Pedro Guerra y yo manejamos las mismas claves y de ahí nuestro entendimiento. Ambos somos unos enamorados del mestizaje de los ritmos cubanos, brasileños y africanos, en los que yo me inspiraba hace dos décadas.

P. ¿Cómo es el momento que viven los músicos madrileños?

R. Hay tantos músicos viviendo en este Madrid y deseando actuar que no queda sitio para todos. Los bares tienen colas de hasta tres meses. Y en los barrios, han desaparecido las actuaciones de los cantautores. Decenas de centros culturales no se aprovechan para dar a conocer la labor de los nuevos músicos. Todo lo que se está haciendo pasa por la iniciativa privada, con el riesgo que ello implica.

P. ¿Qué piensa del resurgir de los nuevos cantautores?

R. El cantautor, antes y ahora, es el mismo: creador de un mundo y de un papel en blanco donde una letra y una música encuentran el alma.

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