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FÚTBOL 20ª jornada de Liga

Claudio López agujerea al Atlético

La velocidad del argentino y los pocos recursos ofensivos rojiblancos dan el triunfo al Valencia

El Valencia tiene una atención extrema y tiene, sobre todo, a Piojo López. Así, con tanto o con tan poco, según se mire, pone de su lado los partidos. Está a todo lo que sucede y de lo mínimo saca un puñetazo, principalmente cuando se encuentra con un enemigo como el Atlético que deja unos cuantos metros entre su portero y la defensa. Da igual dónde y en qué situación recupere la pelota el equipo de Ranieri: le basta con lanzarla luego en largo y dejar hacer , o correr para ser más exactos, a Claudio López. El argentino fue una pesadilla ayer para la zaga rojiblanca, que además acusó notablemente la ausencia de Chamot. Cada uno de los pelotazos largos del Valencia hizo herida en el Atlético, que además confirmó, sin Juninho en el campo y con el brasileño dentro, la peor de sus verdades: no sabe atacar, no puede.Los primeros minutos le sirvieron al Valencia para forzar en el Atlético una pronunciada crisis de identidad, una absoluta pérdida de fe en sí mismo. Durante 10 minutos, los rojiblancos se vieron con el balón y el mando para determinar el ritmo. El Valencia ni se inmutaba. Al contrario, se frotaba las manos. Y a la primera, derrumbó todos los pronósticos que se estaban contruyendo los de casa: Angloma y Mendieta ahogaron de pronto a Correa en una posesión, el rubio valencianista le arrebató la pelota y la envió luego al frente con violencia. El balón superó por arriba a la zaga del Atlético y a su búsqueda salió como una bala Piojo López. Mucho antes de que a Molina le diera tiempo a tomar una decisión, el argentino ya había dado caza al cuero, se lo había acomodado y lo había enviado con sutileza junto al rincón.

ATLÉTICO 1

VALENCIA 2Atlético: Molina; Aguilera, Santi, Ramón, Toni (Juninho, m. 46); Serena, Venturín, Valerón, Roberto (Mena, m. 71); José Mari y Correa. Valencia: Cañizares; Bjorklund, Djukic, Carboni; Angloma, Mendieta, Milla (Schwarz, m. 75), Farinós, Juanfran (Roche, m. 85); López (Vlaovic, m. 89) y Angulo. Goles: 0-1. M.12. Correa pierde el balón ante Mendieta, que nada más robar envía en largo para Piojo López, quien gana a la defensa en la carrera, controla y bate a Molina en la salida con un toque suave. 1-1. M.18. José Mari remata de cabeza un córner cerrado de Correa. 1-2. M.27. Santi se resbala junto al área y deja al balón libre a Angulo, que avanza y cruza con precisión al segundo palo. Árbitro: Prados García. Mostró tarjeta amarilla a Toni, Juanfran, José Mari, Carboni y Mendieta. 42.000 espectadores en el Calderón.

El 0-1 tuvo efectos devastadores para el Atlético, que a partir de ese instante dudó en todas sus maniobras defensivas. Y ni el inmediato empate de José Mari repuso a su defensa del shock. Cada viaje en largo del balón abría un agujero en la zaga madrileña. Daba la sensación de que por la mente de Santi y compañía ya no había hueco para el orden, el acoso, la línea y todos esos movimientos sincronizados que Sacchi les ha grabado. Por sus cabezas sólo aparecía la bajita figura de López disfrazada de demonio.

Es probable que por eso llegara el 1-2. López no intervino, pero su espíritu seguro que sí. El balón venía cómodo para Santi, pero se resbaló al intentar lanzar una mirada de inspección para localizar al argentino, que andaba lejos. Se fue al suelo Santi y el Valencia, que está a todo, no perdonó: llegó Angulo, que nadie sabe cómo pero se había imaginado el tropezón de su rival, y marcó con suavidad.

El Valencia siguió a lo suyo, a defenderse con todo muy cerca de su portería, a presionar con entusiasmo y a soñar con la efectividad de su ley del zapatazo, juego frontal lo llaman algunos. En el Atlético, con un rival tan encerrado, salió a escena lo peor de su repertorio: la falta de ideas, las carencias técnicas, la ausencia de gente desequilibrante. Ya no se trataba de aprovechar los espacios sino de provocarlos, de inventarlos. Pero para esos menesteres anda escaso de personal.

Sacchi se dio por vencido y tras el descanso modificó su sistema. Quitó a Toni , dio entrada a Juninho y dibujó una especie de 3-4-1-2, con el brasileño en la media punta, el sitio que tanto tiempo lleva reclamando. El Atlético recuperó la pelota, se alojó en el campo del rival, pero no descubrió caminos para fabricarse ocasiones. Apenas creó peligro. El Valencia, muy juntito alrededor de su área, aceptó el guión sin muchos miramientos. Se limitó a no dejar jugar al Atlético y a tirar tres o cuatro voleones venenosos más, a cuyo encuentro ya no fue Claudio López con tanta fe.

Finalmente, el Atlético perdió su primer partido en el Calderón. Defendió peor que nunca -la combinación entre la presencia de López y la ausencia de Chamot resultó letal para sus intereses- y atacó tan mal como siempre. Los rojiblancos viven de no dejar jugar a los rivales. Pero cuando éstos contestan con la misma moneda, el Atlético ya no mata, muere.

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