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El Carnaval de Cádiz "toca" por primera vez a la Corona

Ya no quedan instituciones vírgenes en el Carnaval de Cádiz. La Justicia, el Congreso de los Diputados, la Iglesia y ahora la Corona. Todo ha pasado ya por la trituradora irónica y sarcástica del Carnaval de Cádiz. Los hermanos Antonio, Luis y Rafael Labajo Altamirano, de 25, 26 y 27 años, respectivamente -dos maestros y un químico- se han encargado de completar el círculo con la chirigota La Familia bien, a Dios gracias, que en la noche del viernes acercó el palacio de La Zarzuela hasta el escenario del Gran Teatro Falla. Don Juan Carlos y doña Sofía, la madre del Rey, las infantas con sus respectivos maridos y, por supuesto, el príncipe Felipe, escoltados por una chirigotera Guardia Real, interpretaron un repertorio que recibió los aplausos del público. La chirigota viene, por cuarto año consecutivo, atacando de frente a muchos símbolos del pasado más reciente de España y, en 1997, dirigieron sus ácidas coplas al PP, formación a la que parodiaron con Ya están aquí: un remedo de militante popular con el brazo alzado que les valió el abucheo de una parte del público. Este año, con la Corona, las letras siguen afiladas: "Yo no he querío ser mal nacío/ y olvidarme de la figura de Tito Paco/que fue el que me hizo el contrato/ y ató todo lo que tuvo que atar", afirman en un pasodoble. En realidad, la agrupación no arranca de unas profundas convicciones republicanas, sino de otro tipo de afirmación: "El carnaval es el cauce para la sátira y la ironía, para la crítica y así lo entendemos nosotros", explica Antonio Labajo, director de la agrupación, quien, no obstante, agrega: "Nos gusta ser ciudadanos y no súbditos de nadie". Otra de las coplas la rematan aludiendo al futuro relevo en la Corona española, porque el rey está cansado: "La gente cree que es fácil ser monarca/ estar todo el día en palacio leyendo el Marca". "Espero no tener complicaciones/ para meter a mi niño también por consenso", cantan. También aluden a las preocupaciones de la Infanta Cristina, "igualitas que las de cualquier otro ciudadano/el paro, la vivienda/ y la jornada de 35 horas semanales". "Nos acordamos de muchos chirigoteros que no pudieron cantar lo que quisieron durante la censura", afirman.

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