Samaranch, dispuesto a indemnizar a ciudades
Capear el temporal. Es lo único que puede hacer ya Juan Antonio Samaranch en su recta final. Y aspirar a una victoria en los últimos minutos para que la historia le absuelva. Aunque su costumbre es usar tácticas de consenso a medio plazo, ahora ya no tiene más remedio que defenderse atacando en la corta distancia. Su credibilidad, que parecía encontrarse incluso por encima del COI, está también en juego. Pero no dimitirá y se mueve con rapidez. Incluso planea indemnizar a las ciudades-sedes perjudicadas.La última etapa de Samaranch en la presidencia se presumía como un tranquilo paseo disfrutando los logros anteriores (fin de los conflictos políticos, modernización y saneamiento económico con la llegada de los profesionales a los Juegos). Pero le han estallado en las manos dos escándalos larvados: el enorme actual y el anterior del dopaje, cuya conferencia mundial a primeros de febrero quizá sirva sólo ya de escape ante la presión existente.
"No voy a dimitir en estos momentos. Sería una cobardía y es precisamente cuando hay que estar. La comisión ejecutiva me apoya por unanimidad y creo que la Sesión de marzo lo volverá a hacer", dijo Samaranch ayer. "Y esto no ha hecho más que empezar", añadió. "Estamos abiertos a todas las denuncias que se puedan probar. Si no hicimos antes algo fue porque no había esas pruebas. Mucha gente me había contado supuestos casos de corrupción. Y me los había imaginado. Como de otras cosas. Pero no había evidencias".
Samaranch, aun lamentando que haya tardado en salir todo, sólo puede ya pedir disculpas, que lo ha hecho, depurar más su casa, que seguirá, y está dispuesto incluso a indemnizar a sedes perjudicadas al ser derrotadas por vencedoras con casos de corrupción. Lo dice desde la bonanza económica del COI, aunque le cueste una millonada. "Estudiaremos cada caso y buscaremos las soluciones", dijo. Manchester, perdedora para el 2000 ante Sidney, ya ha pedido más de 1.000 millones de pesetas. El miembro ugandés Francis Nyangweso sigue acusado de soborno.
Samaranch, que parecía ya intocable después de navegar por aguas muy agitadas, se ha visto envuelto en una batalla inesperada cuando ya tiene fecha de caducidad. No es que se haya desatado una campaña de ataques y de sucesión por haber decidido que deja la presidencia del COI en el 2001. Son cosas distintas. Lleva sufriendo campañas contra él desde su elección en 1980. Lo único que ha sucedido es que por primera vez han surgido pruebas concretas de casos de corrupción y los ataques, con la mira también puesta en el máximo responsable, han tenido bases sólidas. Los afanes de protagonismo son otra cosa. Pero quienes tienen más posibilidades de sucederle son los que menos hablan.
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