La mano de Sacchi hace sufrir al Celta
La exhibición defensiva del Atlético decide un gran duelo que la expulsión de Torrisi y Chamot complicó a los rojiblancos
Desde su particular manera de interpretar el fútbol, agarrado a la presión y el despliegue físico, el Atlético se impuso al Celta y le apeó del liderato. El conjunto vigués, con todo, causó de nuevo una impresión excelente. El entramado de Sacchi le obligó a vivir una tarde llena de complicaciones, pero nunca renunció a su estilo: lo intentó en todo momento desde el buen gusto, el trato exquisito de la pelota y las asociaciones en torno a ella. La incertidumbre del final, cuando el Atlético perdió a Torrisi y Chamot por sendas expulsiones y el Celta colocó un nudo en la garganta de la gente del Calderón, agrandó aún más la cita. El partido reunió un poco de todo: épica, táctica productiva, gestos de magníficos futbolistas, ratos de buen juego y actividad de la grada, que dedicó la jornada a pronunciarse en favor de Juninho y amargarle la existencia a Míchel Salgado.El encuentro enfrentó dos concepciones antagónicas de este deporte. El Celta se aferró al balón, a su cuidado, y ni en las peores condiciones lo entregó gratuitamente. Cada uno de sus pases, llenos de precisión en su mayoría, tuvo siempre un buen motivo. Pero tanta personalidad le perjudicó finalmente al Celta. Se preocupó sólo de sí mismo, de su propio juego, y se desentendió del rival. Acabó por defender mal al Atlético, donde sobreviven a su sistema, aunque contadas, algunas virtudes ofensivas. Sobre todo, está Correa, un delantero magnífico, con bastantes menos carencias de las que insinuaban sus tardes de suplencia.
ATLÉTICO 2
CELTA 1Atlético: Molina; Aguilera, Santi, Chamot, Torrisi; Serena, Mena (Venturín, m.50), Valerón (Toni, m.87), Roberto; José Mari (Juninho, m.68) y Correa. Celta: Dutruel; Míchel Salgado, Óscar Vales (Jordi Cruyff, m.74), Cáceres, Berges (Eggen, m.31); Makelele, Mazinho; Karpin, Mostovoi, Revivo (Sánchez, m.60); y Penev. Goles: 1-0. M.13. Valerón abre hacia la derecha del área, por donde entra Serena, que tira y marca ante el error de Dutruel, que se esperaba el centro. 2-0. M.62. Roberto se va por la izquierda de Míchel Salgado y centra a Correa, quien controla en el punto de penalti y fusila con la izquierda. 2-1. M. 85. Penev, de penalti cometido sobre él mismo por Chamot. Árbitro: Julián Rodríguez Santiago. Expulsó a Torrisi (m.73), por doble amonestación; a Víctor Fernández (m.81), por protestar una falta de Chamot que no fue castigada con tarjeta, y a Chamot (m.85), por el penalti que cometió sobre Penev. Amarilla a Óscar Vales. 35.000 espectadores en el Calderón.
El Atlético jugó a complicarle la vida al Celta. Y lo consiguió. Impecable en el plano táctico, siempre concentrado y presto para el sacrifico, el equipo rojiblanco arruinó desde el primer minuto las intenciones de su rival. Atascó su salida del balón con el acoso profundo, decidido y sincronizado muy cerca del área de Dutruel. El Atlético obligaba al Celta a iniciar la jugada por su peor lado, por su jugador menos dotado: Berges, primero, y luego Vales o Eggen.
Pero no terminó en esa presión el venenoso plan de Sacchi. Las constantes búsquedas del fuera de juego obligaron a los puntas celestes a vivir más pendientes de los movimientos rivales que de los de sus compañeros; a fijarse más en su posición que en la del rumbo de la jugada. El Atlético se defendió de manera fabulosa.
Con la rápida alianza del marcador, el Atlético se creció en este aspecto. Si con el 0-0 Sacchi ya había entendido que su equipo necesitaba una alineación física, se convenció aún más tras el tanto de Serena. Poco le importó al técnico arrojar un once antinatural, con un buen puñado de jugadores fuera de sitio (Torrisi, de lateral izquierdo, Serena, de interior derecho, Roberto, en la banda opuesta...) y ni un solo zurdo entre los elegidos. Tampoco es normal que sea el mejor rematador del equipo, Correa, el que saque de esquina, pero así es Sacchi. Lo primero es la disciplina, el orden y las facultades físicas. Y a partir de esos conceptos el italiano elabora sus planes.
Pese a la jugarreta táctica, el Celta siguió buscándole al partido nuevas esquinas. Mostovoi, aunque sin éxito, apareció por todos lados. Y Víctor Fernández, con mejor productividad, le dio constantes vueltas a su equipo. Tras el descanso dio con la maniobra certera: mandó a Míchel Salgado al centro del campo, desplazó a Makelele a la izquierda, subió a Revivo y empujó a Karpin hacia el centro. El viaje del 4-2-3-1 al 3-4-1-2 metió al Atlético en evidentes dificultades. Aparecieron huecos, celtiñas libres de marca y el Celta empezó a llegar con peligro sobre el portal de Molina, que tuvo una tarde dulce.
El partido se le torcía al Atlético cuando irrumpió el 2-0 en el marcador. Sucedió en la mejor jugada de la tarde: un desborde poderoso de Roberto (gran actuación la suya), el pase al sitio preciso, el control sublime de Correa y su zurdazo. Pareció tocado de muerte el Celta, pero una serie de episodios consecutivos le devolvieron sus opciones: la expulsión de Torrisi -víctima de su posición como lateral- y la postrera de Chamot. Los últimos minutos consistieron en la defensa agónica del Atlético y el ataque elaborado del Celta, al que ni en la situación más desesperada, se le vio limitarse al cómodo bombeo de balones. Buscó el empate hasta el suspiro final, pero siempre fiel a su fórmula. Perdió finalmente el liderato, pero confirmó hasta el último extremo sus rasgos de equipo grande. Probablemente los que le faltan al Atlético, que logra convivir entre la élite, pero con más pobreza.
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